Hay muchos ejemplos que darían fuerza al título de esta columna, pero por ser recientes citaremos dos. ¿Recuerdas el gol anulado al Leipzig en el partido contra el Real Madrid la semana pasada, en la Liga de Campeones? El árbitro, confundido, había señalado el gol, pero el juez de línea, con el brazo cansado de tanto levantar el banderín, le hizo cambiar su decisión inicial y declarar posición de fuera de juego.
¿Hubo o no, agarró el jugador que marcó o el que aparentemente tropezó un poco con el portero? Los periódicos y cronistas españoles han coincidido casi por unanimidad en que el marcador era válido y que la vacilación del árbitro, junto con la de la gente que dirige el Varen, había fallado…
El segundo caso ocurrió en el estadio Brígido Iriarte. Fue gol de la selección venezolana ante Brasil. El marcador no fue validado por un presunto adelantamiento de un jugador local; Hemos visto el vídeo varias veces y no está claro si el segundo jugador de seis metros, con su ligero movimiento, había confundido al portero brasileño.
El árbitro, al notar la presencia de otro hombre al momento del disparo, inmediatamente señaló fuera de juego, ignorando la inmediata y vehemente protesta de los muchachos venezolanos.
Esta actuación del futbolista cerca de la portería fue lo que motivó la anulación y el descontento general, ya que se creía que no había habido obstáculo alguno para la legalidad del gol. El juez consultó, por lo que sabemos, sólo a Var por micrófono, y no acudió, como se esperaba, a la televisión del tribunal para confirmar, en su autosuficiencia, su sentencia…
Desde un principio se dijo que con el uso de la tecnología el viejo fútbol sería destruido para comenzar una nueva era, donde los errores serían parte del pasado. Y hay que admitir que ha habido éxitos, pero también, por supuesto, fracasos aparentes como los que aquí hemos citado.
El artículo no ha conseguido poner fin a la llamada injusticia, está claro, ni tampoco con la aglomeración de jugadores alrededor del árbitro en muchas frases. Resulta molesto ver cómo los futbolistas persiguen a los árbitros, cómo los hacen ir detrás de ellos, cómo siempre los insultan bajo el lema de la «injusticia» cometida.
Sabemos que el fútbol es un deporte de contacto, pero hay contactos de contactos. Rara vez un jugador levanta el brazo, como en el baloncesto, después de cometer una falta; Siempre existe la actitud cínica de «yo no lo hice».
Te veo allí.
El listado del artículo en cuestión fue publicado por primera vez en Líder en Deportes.