El nombramiento de Fernando Aristeguieta como nuevo entrenador del Caracas FC es un fichaje lleno de simbolismo que revela con fuerza la evolución del club desde que pasó en 1989 a manos del fallecido empresario y mecenas de la institución deportiva, Guillermo Valentín.
«Colororado» es el ejemplo más representativo del sueño de Valentiner de crear un club de fútbol en la capital del país que se arraigue en el corazón de la ciudad y genere jugadores e ídolos formados por la propia institución. Aristeguieta encarna la ferviente idea. Al principio fue un aficionado apasionado que vibraba con cada una de las victorias de los Rojos.
Luego pasó a las categorías menores del club y acabó convirtiéndose en el delantero más querido de la historia reciente del equipo, por su relación cariñosa con el bar y sus inolvidables goles para eliminar al Deportivo Táchira en partidos cruciales.
Pero Aristeguieta es también expresión de la profesionalización del fútbol venezolano, y en especial del respeto a los jugadores que siempre ha profesado el Caracas FC; una consideración que sirvió para seducir a un joven de clase media alta, educado en el prestigioso Loyola College, para dedicarse en cuerpo y alma a la profesión de temible artillero.
El «Colorado» podría haber sido un ingeniero, un médico o un ejecutivo de éxito, pero prefirió contradecir las ambiciones de su familia para hacer lo que él hizo: celebrar goles y hacer realidad el sueño tejido por Valentiner cuando creó el club. sus amores.
En medio de la crisis deportiva que afecta al Caracas, profundamente afectado por una desastrosa campaña pasada en la que se desplomó el compromiso de la dirigencia con la labor de un reconocido técnico como Leonardo González, Aristeguieta regresó a las filas del equipo, esta vez en su calidad de entrenador, en En principio servirá para insuflar nueva vida a los aficionados.
El ferviente recibimiento que brindó el público capitalino apenas Aristeguieta pisó el aeropuerto de Maiquetía demuestra la empatía y emoción que suscita la presencia del exgoleador en el banquillo del Rojo.
Aristeguieta cuenta con el apoyo del liderazgo y la devoción de la afición para reconstruir Caracas sin la presión de sus antecesores en el cargo. Pero su mera presencia, su condición de ídolo indiscutible, no es garantía de éxito. Para armar un equipo competitivo que recupere su identidad de potencia que salió a ganar en cualquier escenario, se necesitan recursos y mucha paciencia.
Pero la política financiera de la dirección del club es de bajo coste y pasa por utilizar la academia juvenil para producir nuevos números que puedan transferirse al extranjero lo más rápido posible. Sin un gran presupuesto para contratar, «Colorado» tendrá que inventar o cometer errores para sacar a Caracas de la oscuridad.