«Los pasteles son buenos si no hay pan» es un dicho atribuido a María Antonieta, supuestamente pronunciado en medio de las protestas provocadas por la hambruna que azotó a Francia bajo su marido, el rey Luis XVI. Pues viendo la insólita presencia de un funcionario sancionado de la dictadura de Nicolás Maduro en la cumbre CELAC-UE en Bruselas, me viene a la mente repetir a la inquieta María Antonieta que llegó sin mucho equipaje, gritando “buenos besos si no hay maletas”. Eso pensó el vocero más descarado del madurismo cuando el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sintió los besos en las mejillas al enterarse una vez más del invitado sorpresa que provocó la famosa polémica sobre las «40 misteriosas maletas» que llegaron al aeropuerto de Barajas el 212 de enero.
Escenas llenas de cordialidad y mensajes salpicados de sarcasmo por parte de algunos altos funcionarios fueron la tónica de este encuentro, que busca acercar la Unión Europea a los países de América Latina y el Caribe. Se abrió un soporte en medio de la cumbre para que la comunión de tamales, tequila y mariachis mexicanos se convirtiera en chocolate, cerveza y flamencos belgas. Así, la funcionaria madurista Delsy Rodríguez, armada con tres presidentes vinculados al foro de Sao Paulo, el brasileño Lula da Silva, el argentino Alberto Fernández y el colombiano Gustavo Petro, dijo con sorprendente frialdad que «en Venezuela no pasó nada». personas de voz muy suave asisten a estas reuniones, hablan de paz y alimentan la rabia represiva que se desarrolla en sus países para controlar las instituciones estatales y subyugar a los ciudadanos.
El funcionario madurista no se pronunció sobre el último informe difundido por la organización Insight Crime, que señala que “desde el primer gobierno del difunto presidente Hugo Chávez, Venezuela ha iniciado el proceso de convertirse en lo que es hoy: un estado criminal híbrido, donde el gobierno cogobierna con grupos armados para mantener el control social sobre la población y combatir las amenazas económicas de Venezuela”. En la investigación concluyeron que “Venezuela es un país que combina la gobernabilidad con la criminalidad, y donde operan grupos armados ilegales al servicio del Estado, con redes delictivas organizadas”.
La ironía oficial soslaya la delicada situación de Venezuela, incluidos los abusos a los derechos humanos cometidos por las denominadas pandillas narcotraficantes, traficantes de dinero y respaldadas por el narcotráfico que reemplazaron a los círculos bolivarianos, que inicialmente promovían organizaciones políticas y portaban banderas ideológicas, pero luego se convirtieron en comandos militares, equipados con armas y apoyados por el narcotráfico. Uso irregular de minerales. Según el informe de Insight Crime, “Chávez también ha desarrollado estrechos vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), así como con un grupo guerrillero venezolano llamado Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL). Todo es para tener esa capa extra de protección que lo mantiene en el poder».
Este tipo de práctica que ocurre en Venezuela viene de Cuba, como lo menciona en esta obra el dramaturgo cubano Yunior García, quien me da los siguientes detalles: los grupos paramilitares que salen a golpear a los manifestantes son entrenados o son parte de las fuerzas armadas activas, pero están vestidos de civil para que parezcan parte de un pueblo enojado y revolucionario. Sin embargo, actúan en formaciones militares, tienen y utilizan técnicas de contención, y aunque no van uniformados, son reconocibles por la ropa que visten: generalmente pulóveres a rayas y jeans.
En 1960, Fidel Castro creó los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), organizaciones barriales repartidas por todo el territorio nacional para vigilar, denunciar y reprimir cualquier expresión o acción de las personas consideradas «disidentes» del gobierno, incluidas las personas religiosas y los homosexuales. Al momento de la salida del Mariel (1980) se crearon y perfeccionaron las Brigadas de Respuesta Rápida, encargadas de realizar “actos de rechazo”, donde insultaban, arrojaban huevos, escupían y golpeaban a quienes decidían emigrar. En 1994, el régimen armó al contingente de Blas Roca (brigadas de construcción) con barras de hierro para contrarrestar las manifestaciones callejeras. Cada lugar de trabajo, escuela, hospital o institución gubernamental tiene un área obligatoria equipada con palos y barras de hierro que pueden usarse para sofocar las protestas. Durante la convulsión social de julio de 2021, siguiendo la orden de batalla de Díaz-Canel, el régimen movilizó a todos sus paramilitares para enfrentar violentamente a los manifestantes. Se aplica a las mujeres, excepto a las pertenecientes a las fuerzas armadas y al Ministerio del Interior, que se encuentren cumpliendo una pena privativa de libertad y que tengan derecho a ciertos tipos de beneficios; a quienes tienen trabajos que generan ciertos beneficios económicos ya miembros de organizaciones políticas y públicas como la Federación de Mujeres Cubanas.
Para escribir este artículo, consulto también a Mateo Rosales, un exiliado boliviano, para quien “los grupos de choque bolivianos responden al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Son grupos reactivos y sueltos, porque se despliegan en momentos determinados, como protestas ciudadanas, movilizaciones, planes de golpe de gobierno o campañas políticas. No son movimientos sistemáticos que pueden serlo en otros casos de regímenes autoritarios en la región. y aterrorizar a los civiles, en algunos casos trabajando en conjunto con la Policía Nacional o las Fuerzas Armadas.
Manuel Morales, representante del Comité Nacional para la Defensa de la Democracia (Conade), condenó a los grupos “Resistencia Hydra, Columna Sur, Los Jichis, Interculturales, Guerreros Azules, Wila Lluchús, Satucos, a los militares y funcionarios públicos que intervinieron entre la policía y frenaron las protestas antigubernamentales de 1202. Salen a las calles, en muchos casos vigilados por la policía, confrontan a los opositores y utilizan inteligencia para sus operaciones”. Ya que varios de estos grupos paraestatales ya han identificados, ahora están autoorganizados y operan con el apoyo del estado y la policía».
En Nicaragua, los grupos armados «parapolis» del régimen de Ortega-Murillo surgieron en 2008 para atacar a la oposición, que afirmaba haber sido manipulada descaradamente en las elecciones municipales celebradas en noviembre de ese año. Este es el testimonio del disidente nicaragüense Alfredo César, quien dijo que “después del levantamiento nacional de abril de 2018, se armaron fuertemente y se organizaron como fuerza ‘parapolicial’ para apoyar a las formaciones oficiales de la Policía Nacional, para atacar a estudiantes y ciudadanos desarmados que participaban en manifestaciones pacíficas. En el operativo de ‘limpieza’ que realizaron, resultaron muertos más de 350 civiles, la mayoría jóvenes estudiantes. Viajaban en camionetas de dos cabinas con bañeras, donde las FS Vestidas de LN Remeras y armados con AK-47, granadas y rifles de francotirador Dragunov, portan hasta diez parapoliciales. Se estima en unos 3.000 miembros bien pagados de ex militares retirados y delincuentes a sueldo. La CIDH ha condenado su presencia y ha pedido al régimen que los desarme. Siempre están acompañados por la Policía Nacional en casos de represión, secuestros y ejecuciones extrajudiciales. Actúan sin
Estos son los verdaderos rostros de aquellos regímenes cuyos líderes recorren el mundo con la mayor impunidad, asombrados por millones de espectadores, que nunca dejan de preguntarse: ¿hasta cuándo seguirán jugando y doblegándose ante los violadores de los derechos humanos?
@Alcaldeledezma