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Comienza con la Semana Santa Domingo de palma, el día en que todos vamos a misa en busca de palmas benditas. ¿Y por qué hay tanto interés por estas palmeras? ¿Qué tienen de especial?
Esas palmas benditas son «santas»; es decir, cosas benditas que pueden tener un efecto espiritual. ¡Pero ten cuidado! No son herramientas mágicas.
¿Y por qué abres? Pascua de Resurrección con la distribución de ese «sacramental»? La iglesia nos recuerda las ramas de palma y de olivo batidas por el pueblo de Jerusalén y puestas en el camino de Jesús, quien lo aclamó como Rey pocos días antes de ser condenado a muerte.
¿Y qué hicieron después de unos días? Ya no querían que él fuera rey. Ni siquiera lo prefirieron al prisionero Barrabás, sino que pidieron que lo crucificaran.
¿Y nosotros? ¿Lo haremos rey o lo rechazaremos también? ¿Hacia dónde vamos? Porque declararlo rey tiene sus propios requisitos. Y en este caso no podemos ser «también», los que queremos ser buenos. Dios y con el diablo.
Recojamos palmas benditas, está bien. Mientras no pensemos en ellos como fetiches o cosas mágicas, está bien. ¿Qué significan las palmas de nuestras manos? declaramos a Jesús Rey de nuestros corazones.
¿Y qué significa eso? Significa que le permitimos reinar en nuestras vidas; Es decir, le permitimos gobernar nuestras vidas. ¡Y dejar que Jesús gobierne nuestras vidas son palabras mayores!
Cuando pensamos en los acontecimientos de la pasión del Señor que nos cuenta el evangelista San Marcos (Mc. 14, 1 y 15, 47), veremos como va «Cristo, siendo Dios, no se jactó de su condición divina, sino que se humilló» (Fil. 2, 6-11), comportarse como cualquier hombre. Fue a sufrir la muerte más humillante posible en el lugar y tiempo en que vivió: muerte en la cruz.
Los cristianos nos llamamos seguidores de Cristo, ¿verdad? Esto es lo que significa nuestro nombre. Estos días de Semana Santa nos llaman Sacrifiquemos nuestras vidas por Cristo y por lo que Él nos dice en Su Evangelio.
No basta recoger dátiles benditos el Domingo de Ramos, ni basta visitar a Cristo solemnemente expuesto el Jueves Santo o pensar en los sufrimientos de Cristo durante la liturgia. Santo Viernes. Todo esto es necesario… muy necesario. Pero todo esto debe llevarnos a imitar a Cristo en la cruz y en la muerte nos pidió que salváramos la vida.
¿Qué es esta muerte que Cristo nos pide? Veamos: estamos acostumbrados a mimarnos, a decir sí a todos nuestros deseos, anhelos, necesidades asumidas, apegos, etc. Nos amamos mucho a nosotros mismos; Por eso nos mimamos tanto. El mundo nos vende la idea de satisfacernos con cosas legales o ilegales, necesarias o innecesarias, buenas o malas. No importa. Lo importante es hacer lo que quieras. Si miramos de cerca, esto es lo opuesto a lo que se ha arraigado en nuestra forma de vida. ¿Qué hizo Cristo? y nos pide con su ejemplo y su Palabra.
Entonces… si queremos aplaudir y llevárnoslas a casa, diremos Jesús es nuestro Rey Le somos obedientes. Esto significa que nos sometemos a Dios para hacer la voluntad de Dios, no la nuestra. Significa que hacemos a Dios dueño de nuestra vida para que Él pueda controlarla. ¡Este es un desafío si queremos que nuestras palmas sean bendecidas!
Isabel Vidal de Tenreiro
http://www.homilia.org
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