En medio de la paz que traen los días navideños, encendimos la televisión y pudimos disfrutar una vez más de «Cinema Paradiso», la reconfortante película italiana que, al final de todo, es un encuentro de emociones provocadas por el regreso a la ciudad de «Totó», ya como un hombre maduro y económicamente rico. En realidad, regresa dos veces: una después de la guerra, y la segunda, impulsado por la nostalgia, para reencontrarse con el punto de partida, su devoción por su pueblo y por «Alfredo», el sabio que le inculcó el amor por el cine.
Esta visión cinematográfica me recordó las remontadas en el fútbol; más concretamente las de los directores técnicos, con mucha más frecuencia que las de los jugadores. Y por eso pensamos en Carlo Ancelotti después de que el piloto italiano firmara una ampliación de contrato hasta 2026 con el Real Madrid, una ratificación que ha destrozado el rumor de su incorporación, en 2024, a la dirección de la selección brasileña.
Ancelotti llegó a Madrid en 2013, cuando sólo pudo terminar tercero en la Liga conquistada por el Atlético de Madrid, aunque compensó como salvación con la conquista de la décima Liga de Campeones de Europa. Sin embargo, fue dado de alta y recorrió ese continente. Al final del camino, ha sido el único entrenador con títulos en los cinco grandes círculos europeos, Italia y Milán, España-Real Madrid, Inglaterra con el Chelsea, Alemania y Bayern de Múnich y Francia vía el Paris Saint-Germain, y también el Sólo uno con cuatro coronas europeas. Y nada de ello le ha hecho cambiar su carácter, la visión que tiene de ser un buen hombre que impone la disciplina en el vestuario no con el látigo sino con su presencia y su sabiduría. No ha trascendido, al menos públicamente, un enfrentamiento entre Ancelotti y ningún jugador; discusiones sí, pero siempre en el ámbito de lo posible, de lo puramente futbolístico; Ha manejado los egos con gran habilidad y respeto.
En 2014 fue el adiós, recompuesto en 2021 con la llamada a volver al puesto de mando del Madrid. Y ahí está, como «Totó» cuando regresó a la ciudad, triunfador en la vida y reencontrado con las raíces que dejó. Son historias antiguas que contamos ahora, pero igual de impulsadas por anhelos tan propios del ser humano; Todos volvemos, como en la canción de Rubén Blades, al lugar de donde venimos para empezar una nueva vida.
Lo será si hay en el ser un deseo sincero de triunfar, de demostrar que siempre hay algo que decir, y de no entrelazar con la derrota lo que ha sido un camino victorioso. Muchos han regresado con ganas de venganza, pero no siempre con cartas de triunfo bajo la manga y para jugar. Por eso Ancelotti es de admirar, porque ha vuelto, y cuando vuelve, llega a Madrid con la frente en alto.
El regreso de San Vicente
Venezuela también es «Totó», es Carlo Ancelotti. Los guyaneses sembraron a Caracas de logros, fiestas y sonrisas con innumerables títulos, luego marcharon hacia otros rumbos que requerían su presencia, y también para demostrar su sabiduría y su actitud ganadora, su inquebrantable fe en el triunfo dondequiera que fuera.
En medio de todo, fue director de maniobras del equipo VInotinto, traído a la selección como una esperanza, pero que finalmente fracasó tras su fracaso. Todo antes de regresar a Caracas y darle al equipo metropolitano, como en los viejos tiempos, una nueva conquista, hasta que las circunstancias del fútbol lo llevaron por nuevos caminos. Ha caminado por el país, ha estado en distintas monedas, pero siempre con el llamado victorioso que le es inherente.
Ahora nos preguntamos: ¿volverá nuevamente a sus raíces caraqueñas?