Si hay algo que caracteriza a la Vinotinto, además de jugar bien, es la capacidad de saber esperar. Esto es lo que pasó contra Ecuador y México, y el domingo por la noche fue Jamaica quien debió sentir el puñal candente del fútbol venezolano en sus costados.
Eduard Bello, que parecía perdido en el tumulto del partido, sin encontrar los verdaderos caminos hacia el gol, volvió a jugar, con una magia que siempre ha escondido, para abrir la brecha que nunca pudo cerrar el rival caribeño.
Bajo fuego bajo, que luego se tornó intenso, la Vinotinto cazó al rival; Los jamaiquinos, con su «fútbol suicida», comenzaron a desmoronarse no tanto por el juego venezolano, sino por sus pifias, sus errores infantiles que los llevaron, primero poco a poco y luego a la velocidad del rayo, a una derrota declarada desde el gol de Bello…
Jamaica, con el pie atrás como idea de juego, intentó ganar con la velocidad de Usain Bolt de sus hombres. Pero todo quedó en vano, y no tanto por lo bien que encontró siempre la defensa nacional, sino por su fútbol loco, sin rumbo ni frenos, sin claridad sobre qué caminos llegarían a la barba de Rafael Romo.
Jamaica estaba diluida, desaparecida, perdida en su propia naturaleza, y Venezuela, consciente de la visible debilidad, esperaba ganar con claridad, con convicción, y jugar los cuartos de final de la Copa América…
Ahora es el turno de Canadá. Si la Vinotinto supera esta etapa, habrá llegado a semifinales de copa por segunda vez en su historia. No volvió a hacerlo en 2011, en Argentina, cuando un penalti ante Paraguay la dejó fuera de la gran final. La diferencia ha estado en el concepto que había entonces, y que hay ahora, del equipo. En ese momento todo fue sorprendente, inesperado; Esta vez, la gente siempre ha creído que se puede alcanzar. En esta edición, hay que decirlo, la Vinotinto tuvo el camino menos complicado, frente a rivales actuales en el contexto americano. Incluso los cuartos de final serán contra un equipo, por decirlo suavemente, desconocido.
Y luego, bueno, luego viene “el pesado”, esos equipos clasificados en el continente, y puede ser muy difícil para el fútbol de los jóvenes venezolanos. Sí, muy difícil, pero ¿quién sabe? ¿Alguien apostó a un empate en Río de Janeiro en pleno Mundial?
En el fútbol nunca se sabe, es un deporte donde los pronósticos suelen caer:
¿Alguien apoyó a Panamá en el partido contra Estados Unidos? ¿Alguien hizo eso?
Te veo allí.