«Un buen diplomático es aquel que te puede hablar de temas interesantes durante horas, sin decir nada»… Joey Adams.
Best Side, Nueva York (VIP-WIRE). ¿En qué ciudad dominicana nació Fernando Tatis, cuál es su edad, cuál es su promedio de bateo en las Grandes Ligas, cuántos jonrones bateó, cuántas carreras impulsadas, qué hay de las bases robadas?
Casi nadie puede responder correctamente a más de dos o tres de estas preguntas. Pero todos sabemos que Fernando se ha dopado y que le gusta andar en moto sin saber manejarla, combinación que lo mantuvo fuera de las mayores por más de una temporada, hasta el próximo jueves 20.
Ahora, el periodismo no ha cambiado, pero sí el comportamiento de los grandes ligas.
Lógicamente, después de repasar la peripepsis de algunos de estos jóvenes, nos quedamos sin espacio para informar sobre los jonrones traídos por Shoei Ohtani, Aaron Judge y Mike Trout, o los juegos ganados por Justin Verlánder y Gerrit Cole.
Hace algunos años, si le preguntabas a cualquier reportero nato, sabría que Phil Rizzuto nació en Brooklyn, bateó .273, conectó 38 jonrones y se robó 149 bases en 207 intentos.
Apenas llegó Tatis a este mundo en San Pedro de Macorís, tiene 24 años, un hombre hermoso, ya habría aprendido a distinguir entre lo que debe hacer y lo que debe evitar; bateó en tres temporadas, para 292, 81 jonrones, 195 carreras impulsadas, 52 robos en 65 aperturas.
Sí, el espectáculo del béisbol se ha convertido en un lío de tamaño monumental, que podemos calificar como un lío peligroso.
Cuando Babe Ruth conectó su jonrón 714 en 1935, trotó en las cuatro bases con la cabeza gacha, mirando el suelo en el que estaba parado, por respeto al lanzador Guy Bush.
Ahora bien, si alguien piensa disparar, no un 763, para ganarle a Barry Bonds, sino otro 718, para igualar al Babe, seguramente correrá las cuatro bases a bordo de un vulgar y sucio twerking, aporreando las picas («Le pegué con ¡mi codo!»), durante el cual solo necesita sacar la espada del estuche y orinar en el banquillo opuesto.
¿Es este un espectáculo mejor que la escena de Babe Ruth en 1918?
Noooo!!
Lo indecente, lo indecente, lo insultante, debe estar ausente de toda actividad humana.
Y no todos, pero un buen porcentaje de los grandes ligas han tomado por asalto el béisbol en estos días, ante la indolencia de Rob Manfred y los dueños del equipo.
Gracias a la vida por darme tanto, incluso a un lector como tú.