El Juego de Estrellas de las Grandes Ligas nació contra la voluntad de los 16 dueños de equipos de la época, 1933, Yankees, Senadores, Medias Rojas, Medias Blancas, Indios, Tigres, Carmelitas, Atléticos de Filadelfia, Gigantes de Nueva York, Dodgers de Brooklyn, Boston. Bravos, Rojos, Piratas, Filis, Cardenales, Cachorros.
Expresiones como “¡¿qué conseguiremos por exponer a nuestros mejores jugadores a lesiones?!”… “¡¿Imposible competir en algo que no sirve para nada para ganar el título!”… “Perderíamos tres días sin poder arreglar partidos de la temporada»… «¡¿A quién le interesaría lo que pasó en uno de estos partidos?!»…
Pero el que tuvo la idea, el periodista, director de la sección de deportes del «Chicago Tribune», Arch Ward, creía que el choque de la Liga Americana con la Liga Nacional sería sensacional, y por eso fue incansable en su insistencia desde principios de 1932.
Por cierto, Ward no pensó que habría un espectáculo todos los años. Su proyecto fue el Juego de Estrellas sólo en el marco de la Exposición Universal, que en 1933 se celebró en la ciudad de Chicago. Un juego de una sola vez.
Ward argumentó: «La situación actual en los Estados Unidos exige que hagamos de la Exposición Universal un evento muy grande y notable».
Estados Unidos aún se estaba recuperando del desastre en la Bolsa de Nueva York, ocurrido el jueves 24 de octubre de 1929, descrito como «El Crash del 29». Sufrieron durante la Gran Depresión, producto del pánico provocado por aquella crisis bancaria.
Y durante el año de la Exposición Universal, el presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, promulgó la Ley de Valores el 27 de mayo, sólo 40 días antes de que finalmente se celebrara el primer Juego de Estrellas.
Chicago Tribune influenciado
La influencia del periódico «Chicago Tribune» fue inmensa, no sólo en el estado de Illinois, sino en toda la Unión. Y eso fue lo que determinó la aceptación de los dueños del equipo.
Arch Ward y otros dos reporteros discutieron el asunto ante el comisionado, el juez Kenesaw Mountain Landis, quien pidió a los dirigentes aceptar la idea, porque sería bueno promover el béisbol, y era, después de todo, una colaboración con los Justos del Mundo, y se demostró que la economía estaba mejorando.
En diciembre de 1932 llegó el anuncio. Ya habían lanzado una moneda al aire para decidir cuál de los dos estadios de Chicago albergaría el impresionante espectáculo.
La moneda favoreció al estadio Comiskey Park de los White Sox sobre el Wrigley Field de los Cubs. Y se anunció la fecha: el 6 de julio, claro, por la tarde, a la una, porque aún no se jugaba el partido de la noche.
Inmediatamente hicieron arreglos para que se jugara todos los años.
Desde el rechazo total a la idea de Ward, hasta la decisión de celebrar anualmente el Juego de Estrellas, fueron solo 2 horas y 05 minutos, que fue el tiempo del espectáculo que se programó una sola vez como parte de la feria.
Casi 49.200 aficionados pagaron entradas para ver aquel partido, que la selección estadounidense ganó 4-2 a la selección nacional, gracias en parte al primer jonrón de aquellos clásicos, de Babe Ruth.
Días después, el comisionado Landis anunció que la próxima edición del Juego de Estrellas de 1934 se jugaría el 10 de julio en el Polo Grounds de Nueva York, casa de los Gigantes.