El sorteo de la Copa Libertadores nos hizo recordar la espera del nuevo año a las 11:59 minutos de la noche. Esa expectativa, ¿qué nos traerán los próximos días?, exclama la gente como si fuera una oración. Y una oración fue lo que se escuchó minutos antes de que los afortunados balones armaran los grupos del torneo, con especial interés para Venezuela, claro está, en los caminos que les esperan a Táchira y Caracas como representantes del fútbol nacional en la gran competencia.
Va uno y va otro, el tablero se llena, algunos esquivarán el poder de los brasileños, otros las capacidades de los argentinos, los ecuatorianos también son temibles por la altura de Quito. Las cámaras de televisión enfocan a los emisarios de cada equipo; algunos ríen suavemente, otros permanecen muy serios, algunos muestran su visible decepción…
Parece que el Táchira salió mejor parado que los caraquistas. Les toca enfrentar a River Plate (qué estimulante hubiera sido si Salomón Rondón siguiera en su nómina), Libertad y Nacional de Uruguay, tres clubes que incluso conocen el pedigrí (y en español se puede usar como pedigrí) de los argentinos. , están disponibles .
Los otros dos, y los hemos visto en diferentes juegos, son equipos regulares, por decirlo de manera no despectiva, y por tanto vencibles. La gran dificultad para los venezolanos en esta competición suele ser llegar al final de la primera ronda, cuando el gasto de tantos partidos, para unir la Libertadores con el campeonato local, les afecta más que a los demás…
Y ahora Caracas. Hemos repasado la formación copera y estamos seguros que el grupo (de vida y no de muerte, como es terriblemente común decir) será el más duro de toda la Copa. Peñarol, Atlético Mineiro y Rosario Central son tres piedras del fútbol, tres vallas al frente ya que los ‘Rojos de Ávila’ deben trabajar con diligencia, sin descansos ni grandes errores; Fallar contra ellos sería caer en las trampas que tiene el fútbol en cada partido, en cada paso.
Hasta hace unos años, la Copa Libertadores era un bastión muy accesible para los equipos del país; Pero desde hace un tiempo se ha convertido en un obstáculo insuperable. Tanto es así que desde 2009, cuando el Caracas de Noel Sanvicente llegó a la final, ningún equipo venezolano ha logrado siquiera acceder a la segunda fase del campeonato sudamericano.
Esta vez, como cada año, crece la esperanza; gochos y capitalinos tienen el balón en los pies.
Te veo allí.