Simón Bolívar estaba al tanto de la resistencia que encontró en Pasto. Por ello, en base al calibre de su contrincante, el Liberatore pensó en embarcarse en Buenaventura, plan que fracasó debido a la vigilancia del puerto por parte de los españoles.
A la vista de las cosas, no quedaba otra opción que abrir camino por tierra, esta vez por las faldas de las Galeras -lo que hoy conocemos como el bypass del volcán-, en lugar de ir directamente hacia un enfrentamiento contra la defensa de Pastu. .
Entonces Bolívar decidió ir a Quito con la expectativa de que una vez liberada Quito, Pasto depusiera las armas, pero el enfrentamiento era inevitable: las milicias de Pasto y el ejército monárquico estaban por todas partes, convenientemente ubicados para hacer una salvaguarda que rodeara la ciudad.
En este sentido, la Batalla de Bomboná, ocurrida el 7 de abril de 1822, fue un encuentro militar enmarcado en las Campañas del Sur, entre los ejércitos patriota y real, para avanzar en la liberación del continente.
La historiografía militar hace referencia al enfrentamiento entre el Libertador y Basilio García, durante la marcha a Quito.
El lugar del concurso está ubicado en el pie occidental del volcán Galeras (departamento de Nariño, Colombia).
El río Azufral corre al norte, el río Cariaco al sur y el río Guáitara al oeste. Paralelas al sur del río Cariacu se encuentran las alturas del mismo nombre.
Antes del mediodía, dicen las crónicas del hecho, el coronel Basilio García se sentó a la defensiva en las alturas de Cariaco.
Se dice que disponía de un contingente de 1.055 efectivos repartidos en tres batallones de infantería (Aragón, Cataluña y Pastu Milicias) con la temida «Escuadra Invencible» al mando del coronel Estanislao Merchancano.
También tenían dos grandes cañones.
El ejército republicano, por su parte, contaba con dos mil efectivos y estaba integrado por los batallones de Fusileros, Vencedores, Lanceros, Cazadores de Neiva, Vargas y Bogotá.
Tras reconocer la zona de rigor, Bolívar indicó que la posición contraria era inaccesible desde el frente y desde la izquierda, pero en las faldas del volcán había un camino que podía ser beneficioso, aunque hay peligro.
Tras evaluar la situación, ordenó al general Manuel Valdés, con el batallón de fusileros (a la cabeza el coronel Arturo Sandes), atacar el flanco derecho del enemigo, mientras que el general Pedro León Torres, con dos batallones de infantería y dos escuadrones de caballería, hacían la lo mismo para el frente.
A las 3:30 de la tarde comenzó el frenesí.
Pedro León Torres aplicó contra el centro, mientras que Manuel Valdés fue enviado contra la derecha real.
Pedro León Torres fue repelido con numerosas bajas; Sin embargo, el batallón de Rifles, resguardado de las ondulaciones del terreno y de la niebla, cumplió con éxito su cometido, conquistando las alturas de la derecha opuesta, lo que le permitió aprovechar al máximo la posición.
“Con esta maniobra los defensores quedaron arropados”, recuerda Héctor Bencomo Barrios.
Así, el éxito fue de Bolívar, aunque el costo fue muy alto.
Envuelto en la negra noche, el líder de la realeza Basilio García y sus tropas marcaron la retirada.
Con Pasto tomado por los revolucionarios, el camino a Quito quedó libre de opositores.
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