Parece que en el fútbol ahora hay un vacío. La afirmación puede ser exagerada, pero si nos ponemos a ver, si echamos un vistazo al cosmos actual, puede resultar confuso. Lionel Messi y Cristiano Ronaldo intentan delegar sus funciones como ídolos de los últimos años y el fútbol trata de ayudar, pero el asunto no es solo así. El argentino y el portugués han puesto la lista muy alta, y la afición, ante la urgencia de tener a alguien a quien seguir, busca entre muchos jugadores desviar su pasión. Pero qué poda, él no entiende. Parecía que Neymar, ahora lesionado, era el tipo, que iba a ser el legítimo heredero, y aunque hay que reconocer que es un prestidigitador cuando se lo propone, le faltó algo de esencia, de continuidad, sobre todo por las alturas y su vida privada, más dado a la falta de seriedad que al balón y las victorias…
Aquí es donde Kylian Mbappé asoma la cabeza. Grieta de pies a cabeza, se perfila como la dueña del trono. ¿O será Vinicius y sus diabólicas corridas por el lateral izquierdo? o Gaby? ¿O Valverde? Puede ser, puede ser… Sólo el que cubre el espacio que esos dos van a dejar es ancho, como del tamaño de un acantilado. Tuvieron que luchar y como muchos, estos jóvenes tuvieron que romper mucho para llegar al corazón de la gente. Por el resto, ¿quién? ¿Existe un «gallo» que pueda decir «aquí estoy»? La retransmisión televisiva de fútbol va en contra de estas opiniones, porque el espectador ve uno, otro, y otro, partidos de aquí y de allá (estos días hemos visto que ahora también retransmite fútbol de Arabia Saudí) y no hay tiempo para adorar en particular. . uno de sus actores…
Pensemos en el fútbol venezolano. En el pasado, aunque la Vinotinto no era ese equipo competitivo, había un tal Luis Mendoza que la gente estaba esperando saber de él. Muchos fueron al estadio olímpico solo para verlo jugar, disfrutando cada vez que Mendocita hacía su marca con un túnel a un defensor contrario. Luego, años de ausencia hasta la llegada de Juan Arango y Salomón Rondón. En todo caso, y tal vez abrumados por la «cultura del béisbol», no cubrieron el lugar de los ídolos, desde donde se espera disfrutar con amigos de los míticos misterios. Buenos futbolistas, pero sin despertar el furor que despiertan jugadores de su talla en otros países sudamericanos. En un momento pensamos que se podían lograr resultados alentadores, pero el paso del tiempo, que todo lo puede, nos ha defraudado: son admirados, pero sin llegar a ese sentimiento de ferviente amor si hubieran sido beisbolistas. Te veo allí.
La entrada Se pide un ídolo se publicó por primera vez en Líder en deportes.