En el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 contra el presidente chileno Salvador Allende, las Fuerzas Armadas de Chile y el Cuerpo de Carabineros, encabezados por Augusto Pinochet, participaron con el apoyo de la ley chilena y la intervención del gobierno. En Estados Unidos, esta acción llevó al país a una de las dictaduras más poderosas de América Latina durante 17 años.
Por ello, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, a través de su publicación en redes sociales, “ante el golpe de Estado en Chile, Salvador Allende acudió a la batalla de la inmortalidad por el fusil en manos de sus pueblo y tiene derecho a restaurar la patria pacífica de su pueblo.
Allende llegó al Palacio de La Moneda y recibió información sobre el motín naval de Valparaíso. Unas horas más tarde se enteró de la gran traición. En este sentido, desde la sede de gobierno y a través de Radio Magallanes, dijo a los chilenos: «Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Les digo que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no pueden estar completamente ciegos.»
Un documento clasificado de la CIA fechado el 1 de octubre de 1973 reveló que el golpe en Chile fue casi perfecto; Washington se vio obligado a admitir que el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y su secretario de Estado, Henry Kissinger, estuvieron involucrados en el golpe contra Allende.
Aunque el presidente fue elegido democráticamente, las ideas izquierdistas de su gobierno fueron rechazadas por la Casa Blanca, que acogió con agrado la dictadura de Pinochet.