A 60 años de su aparición en las librerías de Buenos Aires, Rayuela de Julio Cortázar sigue siendo leída por jóvenes de todo el mundo. “Es como la primera vez que salió este libro”, respondió el alcalde de Cronopio, en una entrevista con él en la librería El Juglar de México, 1983, un año antes de su muerte.
Mientras escribía la novela, pensó que la estaba escribiendo para su generación, pero no entendieron la naturaleza lúdica del libro. Sus historias y digresiones filosóficas estaban destinadas a la posteridad.
“Las primeras críticas, naturalmente, a los que firmaron los papeles, a los que se encargaron de ellos, fueron muy negativas. Atacaron fuertemente el libro. Y en ese momento fue leído por los jóvenes, y allí, tal vez, encontró su destino final”, piensa Cortázar.
En una carta escrita en París el 27 de junio de 1959, le explica a Jean Barnabe, el traductor de sus cuentos al francés, que «le gustan cada vez menos las novelas, el arte novelístico que se usa en los tiempos modernos»… «Lo que escribo ahora (si la termino) es una antinovela algo así sería un intento de romper el molde en el que está fijado el género. Creo que la novela ‘psico’ ha llegado a su fin, y si queremos seguir escribiendo cualquier cosa que valga la pena, tenemos que empezar en una dirección diferente.
Con el tiempo, cambió de opinión acerca de llamar a Hopscotch una «antinovela», diciendo antes de promocionar el trabajo que «no quería ver el acento en el lado ‘novedoso’ de este libro». Francisco Porrúa, editor de Sudamericana. “Sería un poco engañoso para el lector. Ya sé que esto también es una novela, y en el fondo tal vez su lado novedoso valga la pena. Pero lo escribí como una contranovela.
Hopscotch apareció en junio de 1963 y su nombre está asociado con la estética, la conexión de sus libros con los lectores y el juego literario. Los magos se sienten descritos, los cronopios identifican famas y se distancian o ridiculizan. Por esto y más, Cortázar se mantiene joven. Rayuela también.
Rayuelita
En sus cartas y entrevistas admitió que se habría tirado al Sena si no hubiera escrito rayuela. Cuando recibió la primera copia en Argentina del segundo lector del libro, el editor Paco Porrúa le dijo al primer lector en París, su esposa, Aurora Bernardez: «Ahora me puedo morir porque hay alguien ahí que sabe lo que sentí. El lector debería haberlo hecho». sintió.
Diez años antes de que comenzara a escribir Rayuela, El perseguidor aparece en Las armas secretas (1959), considerada por algunos críticos como una nouvelle, lo que supondría una clara ruptura en su estilo, aunque se aleja del género fantástico.
El propio Cortázar consideró el cuento como su propia Rayuelita, y en Salvo el crepúsculo (1984) revela que un amigo le aconsejó que lo destruyera cuando aún no había sido publicado.