Cuando llegan los muertos, preguntaste ¿Qué pasa con nuestros mensajes de WhatsApp, perfiles de Instagram y datos que tenemos almacenados?
Lo cierto es que la actividad en Internet permanece en la nube, inaccesible e indefinida.
Pero en términos de esto, rara vez se considera la importancia de gestionar nuestro legado digital. Redes sociales, aplicaciones de mensajería, correo electrónico… todo permanece activo y en la nube, y en ocasiones, con contenidos comprometidos.
Borja Adsuara, abogado experto en derecho digital, se refiere a la regulación de estos contenidos como «Legado digital, el conjunto de bienes y servicios digitales que quedan cuando uno muere.»
¿Quién tiene el control?
Este es un problema complejo, ya que las empresas que ofrecen servicios online, como Google, Apple o Facebook, entre otras. Tienen políticas de privacidad muy estrictas que rigen el acceso a cuentas de usuarios muertos.
Uno de los casos más sonados al respecto ocurrió en Alemania en 2012, cuando un adolescente perdió la vida tras ser atropellado por un tren y sus padres. Demandaron a Facebook por las claves de acceso a su cuenta para determinar las posibles causas.
Tuvo que ser un juez el que, años después, les dio la razón y obligó a la empresa de Mark Zuckerberg a darle la contraseña. «En este caso, fue el juez quien dictaminó que conocer lo sucedido tenía más valor en el presupuesto que la privacidad de la persona», explica Adsuara.
Datos en Internet cuando mueres
Algunos permiten que los familiares inmediatos soliciten el cierre de la cuenta, pero rara vez se concede pleno acceso a la información sin el consentimiento expreso del titular original de la cuenta.
Lo cierto es que las leyes no están del todo adaptadas a este nuevo paradigma. Acceder a una cuenta sin permiso explícito es ilegal en muchos lugares, independientemente de las buenas intenciones.
Esto no sólo pone a los seres queridos en una situación difícil, sino que también plantea cuestiones éticas sobre la privacidad y la propiedad de la información digital post-mortem.
Para evitar estos problemas, es necesaria una planificación detallada. El primer paso es hacer un inventario de todas las cuentas y contraseñas.
Este catálogo debe ser accesible para alguien de su confianza en caso de fallecimiento. «Lo mejor es designar a una persona de confianza que pueda indicarle a la app o red social que tienes permiso para gestionar esta información», explica Adsuara.
Otros servicios en la nube, como Dropbox, también consideran el escenario de la muerte, permitiendo a los seres queridos solicitar acceso a la cuenta de la víctima.
Vida digital versus vida real
Nuestra vida digital es una extensión de nuestra existencia física, cargada de recuerdos, datos personales y conexiones sociales.
Habrá cosas que querremos dejar en nuestros recuerdos, pero otras que queremos que sean inaccesibles y se vayan con nosotros.
Un diario digital, una conversación con amigos o conocidos por WhatsApp… Este tipo de contenidos no tienen más valor que el personal, pero pueden dañar la imagen póstuma del fallecido. ¿Cómo asegurarse de que nadie tenga acceso a él?
Sólo hay dos formas de garantizar la inaccesibilidad de esta información: eliminarla o tener un cifrado de extremo a extremo, para que nadie, ni siquiera el proveedor del servicio, pueda acceder al contenido.
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