¿Qué equipo parará a España y cuál parará a Argentina? Son preguntas que se hacen hoy los aficionados de todas partes, después de ver las retransmisiones de la Eurocopa y la Copa América.
Españoles y argentinos conquistaron las coronas, no sin antes atravesar las dificultades características de estos torneos y la necesidad de ponerse en quinta marcha para sobrevivir ante una oposición tan tenaz. En Europa surgieron nuevas fuerzas capaces de desarraigar la vida de los vencedores, y en América sucedieron cosas similares. Los gigantes ya no son tan gigantes, y los enanos ya no son tan enanos.
Estos días hablábamos de la imagen como factor universal para los cambios en la expresión futbolística, en la prisa por modificar los estilos de cada uno para emularlos. Así el fútbol une, pero también distancia. Salvo casos aislados, y cada vez más remotos, ya no ganamos por abrumadora, por superioridad evidente.
Miremos a España, y todo lo que costó estar en la cima de Europa. Vencieron a Croacia por 3-0, pero a partir de ahí recorrieron un camino de espinas; A excepción de Georgia, a quien vencieron por 4-1, tuvieron que trabajar duro para vencer a Italia y Albania por 1-0, y a Alemania, Francia e Inglaterra por 2-1.
También sucedió en Estados Unidos. Luego de vencer a Canadá 2 a 0, tuvo que usar todo lo que sabe para vencer a Chile 1 a 0 y Perú 2 a 0. En cuartos de final, sudó la vida para eliminar la audacia de Ecuador en los tiros penales, luego del empate a uno; nuevamente a los canadienses por 2 a 0, hasta llegar a la final, donde, tras luchar durante 112 minutos, vencieron 1-0 ante la obstinada determinación de Colombia.
Y todo es así. Nadie se rinde hasta sacar la lanza de la guerra y las victorias ya no se dan por sentadas. Por eso, hoy, dos años después del Mundial Estados Unidos-México-Canadá, intentar predecir qué equipos llegarán a la final es como entrar en un laberinto sin salida. ¿España, Argentina, Inglaterra, Colombia, Francia, Brasil, Alemania, Ecuador? Vas a descubrirlo. Los senderos del Mundial siguen inescrutables, sin los faros encendidos, aunque la cruel realidad nos dice que pase lo que pase, haga lo que haga, siempre gana la misma gente. No es posible definir los perfiles de una vez porque en el camino algunos crecen, otros caen, y al final del recorrido los que se levantan son los que ya conocemos. Cae el perseguido, nunca el perseguidor.
Así pues, el fútbol ha cambiado en sus formas, no en su fondo. La gestión de la estructura es diferente porque hoy, sobre todo en los Mundiales, cae en manos de otras áreas por los intereses empresariales que la gestionan. Pero en el fondo sigue siendo el juego de la vida, el deporte a veces ingenuo y a veces malicioso que pone al planeta patas arriba.