El brillante comienzo de la Vinotinto en la clasificación para el Mundial de 2026 se puede atribuir a varios componentes: la solidez defensiva que mostró el equipo tanto fuera como en casa; la aplicación táctica del técnico Fernando “Bocha” Batista para preconfigurar los partidos y reacomodar el equipo según las circunstancias; y el gran desempeño individual basado en el aporte colectivo de cada una de las escuadras que han visto acción en estas cuatro fechas.
La defensa ha sido decisiva. Sabiendo que el goal average será clave en estas eliminatorias para luchar por un lugar directo o el repechaje, el Bocha ha utilizado un sistema ultradefensivo como visitante que vio reducidos a la mínima a los potentes atacantes de Colombia y Brasil. .
Venezuela apenas ha encajado dos goles fuera, consiguió un punto en un territorio vedado a todos como es el suelo amazónico y en casa mantiene la portería a cero con un fútbol más decidido. La tradicional fragilidad por las bandas que aquejaba a la Vinotinto se ha resuelto, al punto que Alexander González se ha convertido en uno de los mejores laterales derechos del juego, borrando a Luis Díaz (Colombia), Vinícius Junior (Brasil), Ramón Sosa (Paraguay). y Brereton Díaz (Chile).
En la fase ofensiva, el Bocha también ha sabido utilizar los mejores recursos a su disposición. Contra Brasil cambiaron de modelo en el segundo tiempo, optando por jugadores con vocación más ofensiva y el riesgo dio sus frutos con el maravilloso gol de Eduard Bello, «el hijo alado de Dion», en un partido colectivo donde Venezuela bailó a nueve toques al Amazon para anotar el empate.
El triunfo ante Paraguay se trabajó con paciencia de alfarero hasta que Salomón Rondón remató de penal; y ante Chile, la Vinotinto alcanzó el máximo nivel.
En la transición defensiva, el equipo presionó alto y provocó errores en la salida de los australes, uno de los cuales le permitió al «Brujo» Martínez robar el balón para el arco de Yeferson Soteldo, quien luego ofreció una entrega de acciones individuales a favor del equipo.
Soteldo no perdió tiempo en siniestras filigranas. Cada vez que se enfrentaron al área rival fue para finalizar la acción con un pase a puerta que concretaron Salomón Rondón y Darwin Machís, completando así una noche mágica, donde la Vinotinto confirmó su ambición mundialista.
Una legión unida sin divisiones
Si hay algo que destaca especialmente en este equipo del “Bocha” Batista es el espíritu de cuerpo del equipo. El técnico argentino ha reunido un grupo tan unido como las valientes legiones de lanceros que lucharon incansablemente en cada lucha independentista. Esta vez no hay egos inflados ni jugadores con roles secundarios. Todo aquel que es llamado tiene la oportunidad de entrar al campo y ofrecer su aporte.
La posición del portero, por ejemplo, era donde más dudas había; pero Rafa Romo supo ganarse su puesto subiendo el listón en cada partido. El capitán, Tomás Rincón, ha fijado su jerarquía internacional para reunir al grupo en función del objetivo mundialista. Y todos han visto en su actitud un ejemplo a imitar.
Del titular indiscutible se ha dejado paso a otros valores como José «Brujo» Martínez, otro titán para correr, tapar huecos y recuperar balones, sin que ello signifique drama alguno en el banco de suplentes. A sus 34 años, Salomón Rondón ha trabajado el doble para prepararse para la selección, y su gran forma se vio en la carrera de 50 metros que hizo contra Chile para eliminar a dos defensores y anotar una bomba.
No hay forma de discutir su inmensa contribución y categoría. Por eso, todo aquel que ahora se suma a la selección sabe que tiene que poner la piel en el terreno de juego.