Mientras caminábamos por la práctica matutina por la Avenida Páez en El Paraíso, cuatro fanáticos se nos acercaron, uno en cada esquina. Eufóricos, optimistas, nos dijeron «¡ya estamos en el equipo para el Mundial!». La actitud de estos fervorosos hombres fue como la metáfora del país, ya que ha corrido como la pólvora en Canarias la creencia de que, exagerando el marcador, «ya estamos clasificados».
Es un espíritu que regresa cada cuatro años, encendido por el deseo de llegar al lugar prohibido en que se ha convertido la boca del Mundial. Los aficionados al fútbol del pasado, con los que se cuenta el autor de esta columna, han visto llover y brillar, volver a llover y brillar sin que se haya producido el milagro. Hemos conectado, suplicado e invocado una frase de un poema de Antonio Machado, «cuando de nada sirve rezar» para ascender al cielo, pero nada ha sido posible…
Entonces se escuchan las voces del pueblo, que es el grito de toda Venezuela, pidiendo al ángel del fútbol que haga posible el ascenso al Mundial. Cuando lo miramos con atención y evitamos dejarnos llevar por los vientos del excesivo entusiasmo popular, les decimos: “Oigan, esperen un momento. El país ya ha vivido esta locura en los últimos tiempos, y al final todos han quedado al margen del camino, solos y sin consuelo.
Pero ahora se ha dado una circunstancia que no se había visto antes: de diez equipos de la región, seis tendrán una plaza segura, y un séptimo tendrá como alternativa los play-offs. ¿No es tentador? La FIFA ha dispuesto esta medida, concebida entre la democracia y las grandes empresas, para que casi todos vayan al Mundial, y entre los «casi todos» obviamente puede estar Venezuela. Porque si no esta vez, ¿cuándo? ¿Será cuando se conceda una licencia para un Mundial, no para cuarenta y ocho equipos como ahora, sino para todos los países asociados a la FIFA?…
La Vinotinto tiene una seria y clara oportunidad de viajar a Canadá-Estados Unidos-México. Primero, necesitan ganar siete de nueve partidos en casa (excluyendo, por supuesto, Brasil y Argentina) para llegar a 21 puntos, arañando dos o tres en sus viajes por Sudamérica. Esto será suficiente para, como hay varias opciones en el partido regional, clasificarse con el ansiado tesoro. Eso significa que con 24 obtienes un pase.
En su próxima temporada, la Vinotinto peleará en octubre contra Brasil como outsider (derrota segura para los pesimistas), y esperará a Chile en suelo venezolano. Oye, hagamos una pausa porque queremos hablar de una quimera: ¿y cómo sería vincularse con los brasileños en una ciudad de la vasta Amazonía? ¿Se acabará el mundo si ocurre este terremoto?
Te veo allí.