Un revés que se fue fuera, a la sala de dobles, fue el último golpe en la pista Manolo Santana de la Caja Mágica de Rafael Nadal, superado por el checo Jiri Lehecka, habitual representante del tenis venidero, en el último partido del Masters 1.000 de Madrid por el ganador de veintidós Grand Slams que está a punto de decir adiós a su inigualable carrera.
7-5 y 6-4 en dos horas y un minuto fue el resumen del último partido del balear, en octavos de final del torneo que hizo suyo en cinco ocasiones. Al final estrechó la mano de Lehecka, quien se alejó del colofón y del previsto homenaje, agradecimiento del público y de la organización, al mejor deportista español de todos los tiempos.
«Feliz. Han sido unos días muy especiales para mí. Me han dado la oportunidad de volver a jugar aquí, en una cancha que me ha dado mucho a nivel anímico y profesional. Hace unas semanas no sabía si Podría volver a competir en un partido oficial. Ha sido un viaje inolvidable. Vine por primera vez en 2005. Las victorias más emocionantes de mi carrera, afirmó sobre el terreno de juego.
Lea también: Nadal confirmó que jugará la Copa Laver
Tarde o temprano tenía que llegar. Y ocurrió un poco más tarde de lo que esperaba Nadal antes del inicio del torneo y antes de lo deseado por la organización, pero sobre todo por el público.
Adiós a Madrid
El pentacampeón se despidió. Y no hubo regateos hasta el final. Al igual que toda su carrera. Mantuvo la posición, con la cara en alto, mientras le duraron las fuerzas. Se lo preguntó a su rival, un jugador del nuevo grupo centroeuropeo ya asentado en el circuito, lleno de virtudes, a la vez que tenía energía. Luego, con combustible en reserva y su cuerpo preparado, se desplomó.
Dos generaciones frente a frente. Parte de las últimas batallas de uno de los integrantes del legendario big three, ante el aire fresco que representa el checo, subcampeón de las Next Gen Finals el año pasado, un jugador en ascenso, heredero del talento que pasó por Tomás Berdych, como este año, ya ha conseguido su primer título en el circuito, en Adelaida.
Como tantos otros, el cara a cara con Rafael Nadal, y más en tierra, tiene una motivación extra para cualquiera. No importa que el ganador de veintidós Grand Slams haya iniciado la cuenta atrás en su carrera profesional y esté pensando más en su retirada que en sus objetivos de futuro. Siempre es un mérito añadido tener una eventual victoria ante un gigante como las Baleares en su hoja de servicio.
EFE