El 4 de diciembre de 2007, los Marlins de Florida cambiaron a Miguel Cabrera a los Tigres de Detroit, iniciando una de las aventuras amorosas más emblemáticas de todas las Grandes Ligas. Sus mejores momentos deportivos los vivió en Detroit; su iniciación como bateador, y la ciudad ha sabido reconocerlo, apreciarlo, admirarlo y adorarlo.
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Todo empezó en 2008, Miguel, junto a otras figuras criollas como Carlos Guillén y Magglio Ordóñez, comenzó a remar en la lancha del grupo gato. Ya era apropiado llamar a Miguel “El Gran Tigre”, dada la coincidencia de pertenecer a los Tigres de Aragua en Venezuela y los Tigres de Detroit en Estados Unidos.
La temporada no terminó nada bien para estos Tigres, últimos en el centro de la Liga Americana y con récord de 74-88 bajo la dirección de Jim Leyland; directivo vital en la carrera del Maracayero, brindándole todo su apoyo y asesoramiento en sus problemas personales, al igual que el gerente general Dave Dombrowski, quien coincidió con él tanto en los Marlins como en la escuadra del «Motor City».
Su primer liderazgo llegó
Ese año, «Miggy» vio acción en 160 juegos, bateando .292 (180 de 616) con 111 carreras anotadas y 127 impulsadas (la mayor cantidad hasta ese momento de su carrera). Tomó el liderazgo en jonrones por primera vez en su carrera, conectando 37 hits y también liderando el circuito de novatos en bases ganadas (331).
Cabrera bateó por encima de .300 por primera vez con el uniforme de Detroit en 2009 (.324), iniciando una racha de ocho temporadas consecutivas con un promedio superior a .300, sumándose a las cuatro que tuvo con los Marlins para un total de 11. convirtiéndolo en el único toletero desde 2001 con tantas campañas de .300.
Reclamó su lugar en la élite
El éxito de «Miguelito» solo aumentó, en 2010 lideró todo el béisbol en carreras impulsadas (126), OPS+ (178) y la Liga Americana en OBP (.420). Su temporada fue tan buena que terminó segundo en la encuesta. por el premio MVP, sólo detrás de Josh Hamilton, quien fue el campeón de bateo en el nuevo circuito ese año.
Luego vino el primero de cuatro títulos de bateo para el venezolano, en 2011 cuando bateó .344, en 2012 cuando registró .330, en 2013 (.348) y finalmente 2015, donde bateó .338.
Eso sí, hay que poner énfasis en 2012, donde alcanzó el Olimpo de los bateadores al conquistar la primera corona de triple bateo en 45 años, al liderar el nuevo circuito en promedio, jonrones (44) y carreras producidas (139). Una hazaña que en su momento sólo podía lograr un bateador de la talla de Miguel Cabrera, dado el calibre que tenía para disparar todo tipo de conexiones y conducir todo por los caminos. Para colmo, también llegó a los 200 hits (205).
Ese año también lideró el circuito en Slugging (.606), OPS (.999; LA/LN) y alcanzó bases (327; LA/LN). Por supuesto se llevó el premio al Jugador Más Valioso, el primero de sus dos triunfos seguidos, porque si parecía poco probable que tuviera una temporada mejor que la Triple Corona, Miguel la tuvo; No sólo lideró las Mayores en 2013 en promedio de bateo, sino que también lo hizo en OBP (.442), Slugging (.638) y OPS (1.078).
Nuevamente conectó 44 jonrones y remolcó a 137 compañeros. Sólo Chris Davis se interpuso en el departamento de jonrones y carreras impulsadas (53 y 138), impidiendo que el ‘Gran Tigre’ repitiera como triple coronador.
Se acercó a la realeza
Al año siguiente lideró la Liga Americana en dobles (52) y tras su último título de bateo en 2015, tuvo una temporada por encima de .300 (.316; 2016) antes de que las lesiones comenzaran a minar su condición física. En 2018, su campaña terminó en 38 juegos tras romperse el tendón del bíceps derecho durante un swing, pero ‘Miggy’ regresó para la siguiente temporada, donde conectó más de 130 hits (139) y sumó 12 hits.
Los 3.000 hits y 500 jonrones eran una posibilidad real, lo que mantuvo concentrado a Miguel Cabrera, pero siempre puso en conjunto a su equipo, el desempeño colectivo, la idea de ganar; por encima de los logros personales. Así se encontraba en su apogeo e incluso en su «curva descendente». Eso es lo que hizo grande a Miguel a lo largo de su carrera. Incluso hoy; Ya con más de tres mil quinientos se mantiene humilde, incluso pregunta a quién llegó, quién sigue en las listas, qué tan importantes fueron los que alcanzó.
Una simbiosis única e irrepetible
Todos los homenajes no han salido gratis, es un reconocimiento al impacto que José Miguel Cabrera Torres, «el hijo de La Pedrera» aportó al juego. El béisbol le ha dado mucho a Miguel, pero Miguel le ha dado mucho y más al béisbol, al entretenimiento, a la industria, al deporte. Ha sido un matrimonio perfecto, un idilio.
Su legado ha llenado a tantas personas, a las generaciones que han llegado y a las que vendrán, ha sido Miguel Cabrera, quien se despide de siete balones de plata, 12 juegos de estrellas y dos premios de jugador del año desde el estreno de las noticias deportivas. Eso, además de sus dos MVP, la Triple Corona, los cuatro títulos de bateo y el anillo de Serie Mundial.