La segunda parte de la campaña siempre es una invitación a «echar el resto», pero en el caso de Miguel Cabrera nunca fue tan literal como ahora. Los próximos dos meses son esencialmente los últimos de su carrera, y sí, es todo o nada.
Él lo sabe y trata de aprovechar cada oportunidad para pulir sus números. Este lunes, en el partido entre Gigantes y Tigres, pegó un imparable para llegar a los 3.133 y acercarse un poco más al inmortal Tony Gwynn.
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Ahora solo ocho hits lo separan del miembro del Salón de la Fama, ocho veces campeón de bateo y siete veces bate de plata.
Cabrera, que ocupa el puesto 21 en el ranking de los más pegadores de la historia, no juega todos los días, sino que aprovecha cada turno para hacer lo que más le gusta, poner la pelota en juego.
Tanto es así que desde el receso del Juego de Estrellas, ha bateado .286.