Jugar con la aparente ventaja que da la expulsión de un rival, como le sucedió a la Vinotinto desde el minuto 22 por la correcta tarjeta roja que recibió el delantero ecuatoriano Enner Valencia, requiere de virtudes específicas para triunfar en las circunstancias que dan superioridad.
Se necesita paciencia para mover el balón y el bloqueo defensivo; velocidad y precisión en los toques para maniobrar en espacios reducidos por el repliegue intensivo de líneas muy cercanas en el equipo en inferioridad física y mental; y cambios bruscos de ritmo para desplazar las piezas del rompecabezas.
Tener a otro hombre en el campo puede ser una tortura mental para el atacante, porque es común que se estrelle contra la pared enemiga una y otra vez sin poder hacerle cosquillas.
La primera mitad de Venezuela fue larga y dolorosa, ya que Darwin Machis y Yeferson Soteldo se vieron obligados a jugar adentro y carecieron de espacio para driblar rápidamente.
La finura requerida de Cristian Cásseres para convertirse en un volante que asociara y filtrara balones tampoco apareció, y la desesperación se hizo presente con la repetición de centros sin rumbo por las bandas en busca de un cabezazo de Salomón Rondón, bien anulado por los centrales del sur. quien lo estampó. Y para colmo, Ecuador se adelantó con el balón suelto en el área nacional permitiendo que el cañonazo imparable de Jeremy Sarmiento alimentara el latido de pecho.
La épica remontada que logró la Vinotinto en el segundo tiempo, una victoria inédita en su historia de participación en la Copa América, lleva las firmas conjuntas de Eduard Bello y Salomón Rondón.
La inclusión del primero en lugar de Cásseres, para afrontar la segunda parte, fue clave para resolver las complicaciones del partido. De un inofensivo tiro lateral, la inteligencia de Bello encontró el cambio de ritmo necesario para abrir la defensa. Sacó con velocidad inesperada para inquietar a Ecuador y Rondón hizo el resto con esa pelea de espaldas al arco que ningún otro delantero venezolano posee y que lo hace indispensable en la selección.
El empate del Cádiz surgió del repentino ingenio de Bello, un internacional que, independientemente de la situación actual de su club, le sienta perfecto con la equipación de la Vinotinto. La victoria llegó gracias a que Alexander González, otra de las figuras del partido, insistió en ir y venir por la banda derecha y finalmente logró la conexión aérea con Rondón, cuyo cabezazo propició el gol de Bello, un maestro del despeje. las ideas y aparecen en momentos cruciales.