El 4 de mayo será recordado de por vida en Nápoles como el día en que volvió a tocar el cielo ganando un histórico ‘Scudetto’. El equipo italiano tardó 33 años en ganar el título.
Osimhen realizó el milagro y marcó el empate definitivo ante el Udinese (1-1) que certificó la gloria para todo un pueblo ansioso por un partido que por fin encontró por tercera vez en su historia.
Como todo buen juego, hubo sorpresas y héroes. Por supuesto, a los napolitanos les hubiera gustado certificarlo con una victoria en casa, pero claro que no se habrían imaginado este día de inicio de temporada.
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Todo empezó con una primera mitad insuficiente. Un gol del Udinese en el minuto 13 le quitó el sueño.
Pero la virtud de este Nápoles, una de ellas, es que, además de ser un equipo coral, tiene la individualidad suficiente para salir victorioso en los momentos de más apuro. Como Víctor Osimhen.
Desde el gol del empate, el Udinese supo que no tenía más remedio que aguantar las embestidas del merecido campeón. Porque Napoli se recuperó y no desaprovechó otra oportunidad para lograr lo casi impensable.
Esta vez un empate fue suficiente. Un 1-1 que no puede pasar a la historia como Osimhen tras marcar el gol. Un gol que será difícil de quitar de la retina de los napolitanos y del que será difícil dejar de hablar en el Nápoles.
Esta vez, el conjunto partenopeo no faltó a su cita con la historia, se proclamó campeón del «Scudetto» y devolvió a toda una ciudad a lo más alto de Italia.
EFE