Carlos mandaba a pedir dos cervezas, la sensual mujer en el bar estaba con un vestido ceñido al cuerpo. Unas curvas se escondían detrás de un fino vestido de licra, mientras Carlos quedaba embobado al verla. La mujer era un cóctel de sensualidad y desde que llegó le pidió quedarse con ella.
Nadie le dijo nada al hombre… solo un abuelo barbudo servía unos tragos ante los ojos del barman y le decía… “no te vayas a enamorar muchacho”. Tenía un poco más de 24 años aquella belleza de rostro blanco y una sensual cabellera negra la cual llamaba la atención con solo verla.
El contador público celebraba el divorcio aquella noche y quería olvidar todo… se quedaba embobado ante la belleza de la mujer de sensuales ojos café. “Que quieres esta noche”, le preguntaba la muchacha… “yo vine a olvidar todo”, decía el profesional graduado en la UC.
Mientras la joven arreglaba sus cabellos ante un espejo en la poca luz que había en el bar. Carlos quedaba sorprendido ya que era una mujer extremadamente bella pero nadie le decía nada… era como si nadie la estuviese viendo.
Aprovechando que estaba solo se servía los tragos ante ella, “yo no tomo, pero si quiero verte feliz”, le decía la misteriosa mujer. “Ajá pero tu trabajas aquí, a que te dedicas”; preguntaba Carlos con insistencia.
Pero la mujer sonreía dejando ver una sonrisa pulcra, enigmática pero a la vez despampanante y explosiva. Pintaba sus labios ante Carlos que bañaba el momento con piropos para tratar de conquistarla. “Tú eres todo”, “Cásate conmigo”…
La sensual mujer en el bar
“No te vayas a enamorar de mi”, le decía la mujer mientras él veía sus ojos y su rostro. “Eres lo mejor que he visto”, decía el hombre. Pasaron las horas mientras que la gente no se acercaba a ellos. Solo el encargado del bar que anotaba los tragos y Carlos se daba cuenta que en efecto ella no tomaba.
Una sola noche bastó para enamorarse, sentía su corazón latir, mientras ella sonreía pero sin mostrar nada de interés en el. Aquella noche terminó, Carlos pagó y se fue prometiendo ir en los venideros días…
Unos días después
Carlos llegaba y estacionaba y entraba a toda carrera buscando a la mujer… respiraba profundo esperando que aquella dama saliera. Preguntó por ella al mesonero, al encargado y a las otras muchachas.
“No esa mujer dejó de trabajar aquí hace años”, decía una de las damas. “Ella dejó de venir desde hace tres años, dicen que se fue del país, aquí no está”; pero Carlos decía que apenas unos días había compartido tragos con él.
¿Tragos con usted?, “esa mujer nunca compartió esa noche con usted. Nunca se dio cuenta esa noche usted estaba solo”; desde esa noche a Carlos le quedó la duda si aquella mujer era de verdad o solo fue un fantasma que se le atravesó en aquel viejo bar.
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