Hace unos años, en una película inglesa, dos antropólogos examinaban unas ruinas en las afueras de Londres. En medio de las excavaciones, uno de ellos encontró una inscripción en una piedra que hablaba de un hallazgo que data del siglo XVII.
Bromeando con su compañero, el científico dijo: «Vaya, esta inscripción es de 1687, es decir, tiene más de trescientos años». Ese fue el último año en que el Sheffield United ganó su último título.
Los dos amigos se rieron del chiste y el truco nos remitió al Bayer Leverkusen, el equipo alemán que el domingo pasado ganó su primera corona en sus 119 años de historia.
El estadio y las calles de Leverkusen estallaron en una alegría delirante y desenfrenada, porque habían pasado toda una vida, dos vidas esperando esta conquista maravillosa y soñada…
A continuación nos referimos a los Tiburones de La Guaira. No tuvieron que esperar 119 años como Sheffield para alcanzar el campeonato, pero batieron un récord nacional al tener que esperar treinta y ocho años para celebrar lo que ya hacía tanto tiempo que parecía imposible.
Quizás los hinchas de Sheffield y La Guaira se habían aferrado, para consuelo, a un texto de Jorge Luis Borges, según el cual en la victoria no hay dignidad que la derrota conlleva. Pero de todos modos, perder es agotador, agotador, agotador, porque de vez en cuando una victoria es también un bálsamo y un agradable sedante.
No sabemos si los 300 años sin alcanzar la gloria son ciertos, porque en esa época no había deporte organizado, pero sabemos que 119 o 38 son tiempos de espera desesperados, porque como dicen “la espera nunca llega”…
Los chismes de los rincones y los comentarios de los grupos de fútbol hablan del regreso del Marítimo de Venezuela a los campeonatos nacionales. Obviamente, de regresar, serían otros dirigentes del último equipo los que llenarían las tribunas y gradas del Estadio Olímpico con el fervor de los recuerdos de la patria portuguesa, junto con la presencia de venezolanos que sintieron que era representativa de sus aspiraciones futbolísticas. .
El único hombre de estos directivos del que tenemos noticias es Elio Quintal, quien fue la cara visible del Marítimo por muchas cosas, y quien hoy es presidente de la Asociación Distrito Capital.
Y a juzgar por el ambiente en el estadio y el público que acudió a verle jugar, se echa mucho de menos en un fútbol donde su presencia en el escenario se ha perdido en las brumas del olvido.
Te veo allí.