La Copa América ha terminado con dudas y certezas.
Las certezas, y empezamos por ahí, tienen que ver con el surgimiento de nuevos valores futbolísticos, es decir, equipos como Canadá, Panamá y Venezuela emergen como fuerzas a observar con mucha cautela en los próximos partidos continentales. Fue un placer verlos llegar a cuartos de final y aunque sucumbieron, dieron alegría a cada partido y dejaron a la afición con su sueño intacto.
Y no queremos hablar ahora de los iniciados, de Argentina, Colombia, Uruguay, Brasil, porque ellos, con sus características ya conocidas, pertenecen a la hermandad de los elegidos del continente.
Luego la duda. Hay varias cosas de las que se podría hablar aquí, pero hay dos que quedaron claras. Uno, que los equipos americanos están un nivel por debajo de los europeos, visto todos estos días en la disputa de la Eurocopa. Ver a España, Inglaterra, Holanda y Francia, con su fútbol dinámico y sus nuevas ideas, respalda este criterio. Y dos: el estancamiento y decadencia de equipos como los de Chile y Perú; Ni siquiera hablemos de Bolivia. Todo este panorama alimenta las grandes posibilidades de la Vinotinto de llegar al Mundial Estados Unidos-México-Canadá.
En realidad, y como suele ocurrir en estos campeonatos, fue un partido de alto octanaje, como el Uruguay-Colombia en la semifinal, donde los jugadores neogranadinos mostraron carácter para aguantar el asedio del rival durante todo el segundo tiempo. con 10 hombres ante la expulsión de Daniel Muñoz. También Argentina-Chile, por el eterno enfrentamiento entre dos expresiones que, como imanes y metal, se reconocen y atraen.
Y también hubo partidos antifútbol, por el rechazo a lo que debe ser la estética, como el Brasil-Uruguay, donde los dos equipos distorsionaron sus propuestas en un arrebato que estalló como para ponerlo como ejemplo de cómo no jugar. . .
Ahora echemos un vistazo a la copa en sí. Pensábamos que el mejor jugador del torneo era James Rodríguez. Su amplio concepto del fútbol, su madurez adquirida y su capacidad para preparar a sus compañeros para el juego dan crédito al volante colombiano. Rafael Romo fue el más efectivo de los porteros, Davinson Sánchez (Colombia) número uno en la defensa central, Daniel Muñoz (Colombia) lateral derecho, Nicolás Tagliafico (Argentina), lateral izquierdo, Lautaro Martínez (Argentina) y Salomón Rondón (Venezuela). ) ) atacantes.
En definitiva, una Copa América que dejará recuerdos imborrables, y en la afición nacional emociones desbordantes y genuinas pocas veces antes vistas. Vivíamos el lado salvaje de un sueño, de una utopía victoriosa que, si bien no terminó en conquistas, sirvió para unir a los pueblos y para que todos nos abrazáramos en un gesto de solidaridad muy venezolano.
Nos vemos en el WC.
Un gol para recordar
Crepeau, distraído, tal vez pensando en la nieve que viste de blanco a las ciudades canadienses, no se percató de la experiencia y sabiduría de Salomón Rondón.
El portero se fue por la zona del mediocampo del equipo, porque a esas alturas no pasaba nada en el duro partido. Pero el atacante criollo, curtido en mil batallas en muchos países y dispuesto a asumir su responsabilidad, lo miró, como dicen en Venezuela, «de reojo».
Lo pasó largo y alto y el balón, manso como un cordero en el rebaño, se enredó en la red del arco desguardado y la Vinotinto igualó lo que enfrentaba a los del norte del continente. Fue un gol único, extravagante y fuera de contexto, el mejor y más sonoro visto en la Copa América y que no puede ser olvidado por la afición venezolana… mucho menos por el pobre e indefenso Crepeau.