“Si como juez, cualquiera que sea tu actividad, te olvidas de la justicia y juzgas por otros intereses, como el patriotismo, la religión o la raza, has dejado de ser juez y te has convertido en un ridículo cómplice”… JV
Ha llegado nuevamente el momento de votar por quien creo que debería ser elevado al Salón de la Fama más respetado del mundo, el de Cooperstown. Hasta ahora creo que solo votaré por el dominicano oriundo de Santo Domingo, Andrés Beltré, de 44 años.
Pero si lo necesito tengo hasta el 31 de diciembre a las 12.00 para tomar mi decisión. Beltré fue un granligero muy serio, con total dedicación a los cuatro equipos que sirvió durante los 21 años de su carrera hasta 2018, con un alto desempeño, tanto ofensivo como defensivo, y un comportamiento personal de un caballero ejemplar.
En los últimos días ya he participado en nueve reuniones a través de Internet con numerosos co-votantes. La mayoría cree, como yo, que hay tan solo uno que merece los votos entre los candidatos de la junta de 2024.
De todos modos, aparecerán formularios por ahí con votos de hasta 10, porque a algunas personas les gusta votar por muchos, por desconocimiento de lo que están haciendo. Sí, entre los votantes hay gente ignorante, como en todas partes y lamentablemente.
Por fortuna y mandato del Papa Dios, son sólo una minoría. La cuestión es que no podemos votar por nadie ni votar hasta por 10 candidatos.
Soy juez, como cualquier juez de cualquier actividad. Es decir, debo abrazar lo que creo que es justicia, independientemente de cualquier otra cosa. Cuando votas por el Salón de la Fama, decides la inmortalidad de los miembros.
Y es extremadamente delicado. Tanto es así que han aparecido ridículos profesores de pseudoperiodismo que intentan enseñar. Uno me prohibió publicar por qué voté o no por ciertos candidatos. Me escribió: “Tú. votar y listo. «No expliques nada.»
Otro sugirió despojarme de mi nacionalidad venezolana, porque no voté por todos los compatriotas candidatos.
Afortunadamente estoy muy bien formado en lo que debo hacer, y nunca me he arrepentido de por quién voté o no voté, ni de lo que he publicado y seguiré publicando. Por eso me gusta recordar la vieja y famosa frase “Los perros ladran, pero la caravana pasa”. Déjalos ladrar. Así los entiendo. Por eso ves la atención que les doy.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso a un lector como tú.