En medio de las exigencias y responsabilidades diarias, es fácil olvidar la importancia de hacer lo que verdaderamente amamos. En muchos casos, el orden nos absorbe y nos tuerce de maneras que no siempre son del todo satisfactorias. Pero es importante recordar que dedicar tiempo a nuestras pasiones y estar satisfechos con lo que hacemos tiene un impacto significativo en la calidad de nuestras vidas.
No se trata solo de encontrar entretenimiento o diversión, es más que eso. Cuando nos dedicamos a actividades que nos hacen sentir realizados, motivados y en sintonía con nosotros mismos, estamos «haciendo lo que amamos». Estas actividades pueden variar ampliamente desde practicar deportes, pintar, escribir, tocar un instrumento, cocinar, participar en servicios comunitarios o trabajar en un proyecto personal. Disfruto mi trabajo, trabajar en un trabajo que realmente disfruto, y donde puedo usar todas las habilidades que ciertas personas me han enseñado en diferentes instituciones, así como las experiencias no tan agradables que me ayudan a recordar que simplemente somos. gente y estamos en continuo aprendizaje. Soy feliz con la gente que hoy me rodea, los que son felices con tus logros y los que te acompañan en trabajos no tan buenos, amo a mis perros y a mi familia, aunque no es perfecta, la tengo también es un placer estar en , por no hablar de las horas que paso sacando lo mejor de mí mismo en clases que imparten cosas como ‘Audiovisuales’ y ‘Sociedad de la Información’. Lo más importante es averiguar qué es lo que nos hace vibrar y encontrar la manera de incorporarlo a nuestra vida diaria.
Es cierto que encontrar el tiempo y los recursos para perseguir nuestras pasiones puede ser difícil. La vida moderna nos impone una serie de exigencias y obligaciones que a veces parecen ineludibles. Pero debemos recordar que hacer lo que amamos no es un lujo, es una necesidad para nuestro bienestar emocional y espiritual. Además, dedicarnos a nuestras fortalezas nos permite desarrollar habilidades, conocimientos y competencias específicas en nuestras áreas de interés. Puede abrir puertas y oportunidades a nivel personal y profesional. Las personas que siguen sus pasiones suelen caracterizarse por su dedicación, compromiso y entusiasmo, cualidades que son muy valoradas en cualquier ámbito.
Sin embargo, no todo se trata de logros o reconocimientos externos. Hacer lo que amamos nos brinda un espacio de autenticidad donde podemos ser nosotros mismos sin miedos ni inhibiciones. Es un momento de profunda conexión con nuestro ser interior, donde podemos expresarnos libremente y explorar nuevos aspectos de nuestra personalidad.
Hacer lo que amamos no es un capricho, es una forma de alimentar nuestra alma y enriquecer nuestra vida. Es una manera de cuidarnos y desarrollar nuestra felicidad. No importa cuán ocupados estemos, siempre debemos encontrar un lugar para dedicarnos a algo que nos apasione. No se trata de esperar el momento perfecto, se trata de dar los pasos necesarios para hacerlo realidad. Por eso muchas veces nos quedamos atrapados en expectativas externas y nos olvidamos de escuchar nuestra voz interior; pero al hacer lo que amamos conectamos con nuestra esencia, nuestros valores y lo que nos hace verdaderamente felices.
Así, como señala Héctor García en su libro Ikigai – Live and Be Valued in the Japanese Secrets of a Long and Happy Life, “el ikigai tiene el poder de darnos felicidad y sentido a la vida. Disfrutar de la belleza o crearla no requiere dinero, es algo que toda la humanidad puede lograr». Lo que importa es que identifiques tu pasión, encuentres un espacio en tu agenda, te rodees de las personas, los recursos y las herramientas adecuados, y comiences a disfrutar de lo que amas. Recuerde, la vida es demasiado corta para conformarse con la mediocridad. Date permiso para vivir plenamente y construir una vida basada en acciones positivas que enriquecerán tu experiencia en este viaje. Haz lo que amas, hazlo con amor, devoción y verás como cambia tu vida. ¡No te arrepentirás!
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