Daniel «el Chino» Canónico, a José Anonio Casanova y a la lista de 1941, Venezuela le debe mucho a que el béisbol no sólo sea el deporte favorito, sino también el espectáculo más visto en el país, y que seamos la única nación del Sur. América con calidad de pelota invernal.
Daniel nació en Guarenas, el 3 de febrero de 1916; y falleció a los 59 años, en Barquisimeto, el 20 de agosto de 1975, hace 49 años este martes.
El Chino, invicto, fue el lanzador ganador en cuatro de las ocho victorias de Venezuela en la IV Serie Mundial de Béisbol Amateur, en La Habana, en octubre de 1941.
Cuba y Venezuela pasaron a un partido extra, porque terminaron empatados con siete victorias y una derrota. Venezuela se declaró en el puesto 22 como el país con mejor béisbol amateur del mundo.
Cuba era algo especial.
Fue genial ganar el partido extra contra Cuba, 3-1, porque para los venezolanos la pelota allí era más importante que las Grandes Ligas. Cualquier detalle relevante de La Habana, Almendares, Marianao o Cienfuegos ocupaba mucho espacio en los periódicos.
Los cubanos fueron el ejemplo a seguir, no sólo en el béisbol, sino también en la música, la forma de bailar, la comida y la charla.
Por eso, por el momento en la Serie IV prestamos poca atención a México, Panamá, República Dominicana, Estados Unidos, Nicaragua, Puerto Rico y El Salvador. Conseguir un empate al final habría sido un sueño.
Y para vencer a los cubanos en la prórroga fue la explosión de una bomba, que convirtió a Venezuela en fiesta nacional y llevó a decenas de miles de admiradores aterrorizados de la lista de campeones al puerto de La Guaira para esperar el barco que los transportaba.
El presidente Medina es ridículo ante el mundo
Venezuela tuvo que pagar los 11 mil bolívares que cobró el barco Cuba para llevar al equipo a La Habana. Los cubanos pagaron el hotel, los gastos de viaje y el viaje de regreso.
El presidente de Venezuela, general Isaías Medina Angarita, se negó a pagar el viaje de ida.
Abelardo inició entonces una campaña pidiendo un bolívar a cada venezolano…: «¡Un bolívar, por el amor de Dios!»
En la Caracas de 1941, con un bolívar se podía almorzar muy bien en un restaurante o ir al mercado a alimentar a una familia de cuatro personas durante más de un día.
Un kilo de frijol cuesta medio kilo, un kilo de maíz tres centavos, un kilo de carbón cuesta una locha, tres plátanos otra locha, un kilo de carne tres lochas.
Abelardo recaudó 15 mil bolívares, por lo que repartió cuatro mil entre los jugadores… y «Cuba» zarpó de La Guaira a mediados de septiembre con el plantel a bordo.
Nuestra inolvidable lista en Cuba, 1941
Daniel (chino) Canónico (P); Juan Francisco (Gatico) Hernández (P); Domingo (Taciturno) Barboza (P); Ramón (Dumbo) Fernández (P); Pedro (Buzo) Nelson (P); Benjamín Chirinos (P); Felipe Gómez (P); Enrique (Conejo) Fonseca (C); Guillermo Vento (C); José Pérez Colmenares (1B); Dalmiro (La Oveja) Finol (2B); Luis Romero Petit (3B); José Antonio Casanova (SS); Jesús (Chucho) Ramos (OF), Atilano Malpica (utilitario); Héctor Benítez (Redondo) (OF); Julio Bracho (OF); Francisco (Tarzán) Contreras (OF); Antonio (El Pollo) Malpica (Gerente); Carlos Maal (Entrenador); Jesús Corao (entrenador); Jesús Rodil (Masajista) y, el héroe original, Abelardo Raidi (Delegado).
La familia Canonico ya era muy famosa
Antes de Cuba, la familia Canónico ya era famosa gracias a su música.
Benito Canónico, hermano de Chino y 22 años mayor, había seguido las instrucciones de su padre, el músico italiano Agostino Canónico, por lo que se convirtió en un guitarrista destacado y muy creativo. Y entre más de 50 piezas musicales compuso El totumo de Guarenas, que para los guareneros ha sido una especie de himno y para los venezolanos una de las joyas del folklore nacional.
El apellido Canonico ya era conocido entonces. Y «El Chino» resultó ser muy bueno tocando la batería, pero nunca se apasionó por la música. Su inclinación siempre fue hacia el juego de pelota.
Aquí parte del texto de El totumo de Guarenas:
Cuando canto este totumo,
No se que me da,
lo que me pone en una relación
para jugar, cantar y bailar…
Cuando canto este totumo, mi amor.
No se que me da,
lo que me pone en una relación
para jugar, cantar y bailar…
¡Qué rico totumo!
el que cantaré…
Que cuando suene en el este,
hay que escucharlo…
Que cuando suene en Caracas,
provocando zapateá…
Lo van a ignorar
y lo bailarán. yo