La política de «guerra contra las pandillas» que lleva adelante el Ejecutivo de El Salvador ya suma 160 muertos, algunos con huellas de tortura y vejaciones, desde que el presidente Nayib Bukele instauró un régimen de emergencia hace poco más de un año para hacerlo.
La política del gobierno de Bukele en los últimos meses se ha centrado en mostrarse como el “país más seguro de Centroamérica”. En las redes sociales se jacta de los megacárceles creados bajo su administración y del sometimiento de integrantes de bandas criminales.
muerte y tortura
Sin embargo, esta realidad se contradice en una exhaustiva investigación realizada por Cristosal, una organización salvadoreña de defensa de los derechos humanos.
En un informe compilaron una lista de 153 presos que murieron entre marzo de 2022 y abril de 2023. Los nombres fueron confirmados y revisados con un médico forense, quien confirmó que en al menos 28 casos hubo tortura.
El número de muertes aumentó a 160 durante el mes de mayo, explicó la abogada Zaira Navas, jefa jurídica del Estado de Derecho y Seguridad de Cristosal.
El documento sostiene que se han identificado patrones de muertes por tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes.
En 75 casos, los cadáveres fueron identificados con laceraciones, hematomas que mostraban golpes, heridas con objetos cortopunzantes o contundentes, estrangulamiento, ahorcamiento y otras señales de tortura, dijo EFE.
Las declaraciones recopiladas por los investigadores indican que otras personas murieron debido a enfermedades subyacentes no tratadas durante el encarcelamiento o la falta de acceso a medicamentos.
Citan el caso de una mujer de 50 años detenida mientras padecía una enfermedad hepática. “A pesar de que su familia llevó medicamentos al centro penitenciario donde estuvo detenida, no los recibieron y cuando sus familiares preguntaron por ella, respondieron que si necesitaba medicamentos, el médico les avisaría”, dice el informe.
Fosas comunes e inconsistencias
Cristosal registró cuatro casos de presos que fueron enterrados en fosas comunes por errores en el manejo de la información por parte de la Policía y Medicina Legal.
Por ejemplo, un hombre muerto con discapacidad intelectual de 45 años fue trasladado a Medicina Legal con diferentes apellidos, por lo que fue enterrado en un lugar común en el Parque Memorial de La Bermeja (Cementerio).
En el expediente médico consta que falleció a consecuencia de un edema pulmonar; sin embargo, fotografías forenses muestran que el cadáver presentaba edemas en el rostro.
“Las personas interrogadas dijeron que fue golpeado dentro del penal donde estuvo recluido, recibió puntapiés en el estómago que le provocaron sangrado por la nariz y la boca, lo que le hizo perder la movilidad y no podía comer; no recibió atención médica asistencia», dice el informe.
También revisaron la muerte de un hombre de 23 años fallecido el 18 de abril de 2022, cuyo cadáver presentaba señales de golpes en diversas partes del cuerpo, pies y manos fracturados, y lesiones en la espalda similares a quemaduras, lo que demuestra que podría ser víctima de tortura.
El cuerpo fue entregado a la familia en un ataúd cerrado y el informe forense determinó que se trató de una «muerte súbita», dice la carta.
Un año de estado de alarma
La Asamblea Legislativa, de amplia mayoría oficialista, aprobó el pasado 16 de mayo la decimocuarta prórroga de un estado de excepción vigente desde finales de marzo de 2022, tras una escalada de asesinatos y que dejó más de 69.000 reos.
La medida se adoptó luego de que la Mara Salvatrucha-13 y Barrio 18, las dos pandillas más grandes del país, organizaran una masacre que dejó 87 muertos en las calles en un solo fin de semana.
Según el diario El País, la masacre se debió a una violación del pacto que Bukele tenía con las pandillas desde el inicio de su gestión, algo que mantuvo a raya la violencia.
Las organizaciones humanitarias han registrado hasta mediados de marzo al menos 5.082 «víctimas directas» de violaciones de derechos humanos, principalmente por detenciones arbitrarias, en el marco del estado de excepción.