Jorge Barraza, periodista argentino y amigo de muchos años, dijo en una conferencia celebrada hace un tiempo en la Universidad Simón Bolívar que no hay deporte más impredecible que el fútbol. Que un equipo podía ganar un partido dos a cero, y que en el último minuto, en apenas unos segundos, el rival podía quitarse el tres leches de la boca y darle la vuelta al marcador.
Y con ejemplos, en ese momento de los últimos partidos, el periodista añadió valor a su presentación. Obviamente, Barraza no conocía el béisbol, donde un equipo puede estar arriba nueve carreras a cero con dos outs en la parte baja de la novena y no tener corredores en base, y perder permitiendo diez carreras, porque ese no es un deporte de béisbol. tiempo, sino de oportunidades.
Pero de lo que queremos hablar ahora no es de pelota criolla, sino de las cosas esquivas que puede tener el fútbol en determinadas circunstancias donde suelta los demonios de la inseguridad para modificar, con una pincelada loca, un hermoso cuadro de gran belleza…
Si recordamos ahora el partido Manchester United-Brentford del pasado domingo, tenemos que darle la razón a Barraza. Perdiendo uno a cero hasta el minuto 93, dos goles de Scott McTominay, en ese momento y otro cuatro minutos después, les dieron lo que parecía una tarea imposible.
No sólo hay que ver la alegría enloquecida de los jugadores rojos, sino también las caras de incredulidad de los rivales que aún no podían darse cuenta de lo sucedido momentos antes. Era una pesadilla, un mal sueño, un duende del mal desatado que surgía de la oscuridad más profunda del campo.
El fútbol se ha extendido por el mundo por varios motivos, y es un motivo fundamental: su capacidad de sorprender, de crear situaciones absurdas de infracción y contra toda lógica, de dejar sin entender a aficionados, entrenadores y jugadores. Barraza, Manchester United, Brentford y McTominay confirman su convicción. El fútbol es infinitamente impredecible…
Pero el Mundial, a diferencia de lo que acabamos de mencionar, no tiene escapatoria. Siempre ganan los mismos, los mismos de siempre, los que el destino está destinado a ganar. ¿No existirá, no se intentará algún día encontrar la fórmula para que los ganadores sean diferentes, para que sean Holanda, eterna finalista y siempre perdedora, o Croacia, o Gales, o alguna vez una selección africana? ¿No se cansa la gente de ver todo el tiempo las mismas camisetas levantando la copa? Y por cierto, y hablando de utopías y de impredecibles: ¿qué pasó anoche en la Arena Pantanal?
Te veo allí.