
En la praxis revolucionaria del Libertador Simón Bolívar, la corrupción administrativa tuvo un duro enemigo, en virtud de ser un mal atentado contra la construcción de la república y la consecución de la Independencia.
La idea de limpieza en el manejo de las finanzas públicas, la creencia en el compromiso moral de los funcionarios del Estado venezolano en el manejo de los fondos del pueblo y la certeza de la responsabilidad del ciudadano de velar por los intereses del colectivo . fueron pilares del pensamiento sociopolítico del «hombre difícil» a lo largo de su vida ejemplar.
Repasando detenidamente su accionar, generalmente acompañado de decretos y leyes, advertimos a un Simón Bolívar que no duda en el control de los ciudadanos como herramienta básica para erradicar la corrupción y la impunidad en nuestras naciones, calamidades que provocan la pérdida de la moral pública y de nuestra política. sistemas .
El 12 de enero de 1824, Simón Bolívar de Lima, Perú, decretó la pena de muerte para los funcionarios públicos corruptos:
«Teniendo en cuenta:
1º Que una de las principales causas de los desastres en que se vio envuelta la República, fue la escandalosa distribución de sus fondos, por parte de algunos funcionarios que intervinieron en ellos.
2º.- Que la única manera de erradicar radicalmente este desorden es tomando medidas enérgicas y extraordinarias, vine a decretar, y Decreto:
Artículo 1o.
– El funcionario público, condenado en juicio sumario por haber malversado o tomado para sí caudales públicos de diez pesos o más, incurre en la pena capital.
De esta manera, el Libertador Simón Bolívar contraatacó una práctica generalizada y contraria a la causa revolucionaria.
En los dos artículos que siguen, advierte a los jueces que no respeten la ley que sufrirán la misma pena y da a cada ciudadano la potestad de denunciar casos de corrupción.
En el artículo 4° y último “se ordena publicar el texto del decreto en todas las oficinas de los correos republicanos, para que se cumpla inmediatamente esta ley”.
Simón Bolívar tipificó la corrupción administrativa como un cáncer contra la estabilidad del Estado, la confianza de la mayoría hambrienta de probidad y la defensa de la soberanía popular.
La corrupción administrativa es una traición a la patria y por ello, en un país que atraviesa profundos cambios inspirados en el credo bolivariano, debemos ser consecuentes con su doctrina, que si bien hoy se basa en el respeto a la vida, exige mano dura en la marco de un estado social de derecho y justicia.
Es hora de que «lo que caiga caiga», de lo contrario la Patria se desangrará y la desgracia y el crimen prevalecerán.
En este momento es oportuno aprender de experiencias pasadas en las que este lastre ha desangrado la fe de la gente en gobiernos progresistas.
En el caso venezolano, el puntofijismo se derrumbó, en gran parte, por la corrupción generalizada que abortó un ensayo que “vistió” de democrático y representativo.
Se ha avanzado mucho en la Revolución Bolivariana que nos impide albergar las fuerzas oscuras de un futuro, de una esperanza constructiva que el comandante Hugo Chávez sembró en nuestros corazones.
Es histórico: la corrupción enterró las revoluciones.
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