Venezuela es uno de los al menos siete países que tiene coltán (columbita-tantalio) en su territorio, aunque no hay información oficial de acceso público que permita determinar la magnitud real de estos recursos minerales ubicados al sur del río Orinoco, en el estado Bolívar.
El coltán -que es un mineral compuesto por dos minerales (niobio y tantalio)- es un conductor eléctrico más potente que el cobre, soporta altas temperaturas, almacena energía-en forma de capacitores- y además es resistente a la corrosión en aleaciones.
Por eso se utilizan en la industria electrónica (el tantalio) y aeronáutica (el niobio) principalmente, y se cotiza a 400 mil dólares la tonelada en promedio.
Su alto valor y escasez en el mercado internacional hacen del coltán un mineral crítico que ha desatado guerras, contrabando y muerte en los países que lo extraen, como la República Democrática del Congo.
O más cerca: el corredor furtivo en la frontera entre Colombia y Venezuela.
Coltán: El “oro azul”
En 2010 el entonces presidente Hugo Chávez anunció en cadena nacional que Venezuela tenía reservas de coltán valoradas preliminarmente en 100.000 millones de dólares.
Acto seguido, militarizó la zona para acabar con la minería ilegal y el contrabando: “Hemos descubierto en 2009 los primeros vestigios de lo que pudiera ser una gigantesca reserva de un mineral estratégico y es bueno que el país comience a saberlo, se llama coltán (…) el oro azul lo llaman”.
El exmandatario precisó en aquel momento que el hallazgo fue producto de “primero de un rastreo aéreo y luego lo detectamos, hemos tomado el control de la zona y hemos ubicado una unidad militar custodiando aquella inmensidad y estamos haciendo los estudios científicos correspondientes”.
Del resultado de los estudios científicos no hay, hasta la fecha, información de acceso público.
El tiempo pasó, y la extracción de coltán nunca se consolidó como una industria en el país, aunque sí como un negocio secreto que apuntó hacia el enriquecimiento ilicito, denunciaron las organizaciones SOS Orinoco y Transparencia Venezuela.
¿Qué pasó con la producción de coltán en Venezuela?
Especialistas en minería de minerales críticos opinan que la falta de regulación y prospección geológica condenó al fracaso la extracción y comercialización oficial del coltán en Venezuela.
El negocio no solo no significó un aumento de ingresos en el fisco nacional, sino que desde el principio estuvo divorciado de las geociencias.
Tras la caída en picada de los precios del barril de petróleo y el descalabro de la industria petrolera en Venezuela, el gobierno nacional apuntó hacia el mercado de minerales estratégicos (principalmente oro) para oxigenar la economía.
En 2012, el expresidente Hugo Chávez aprobó el Plan Estratégico para el Desarrollo Conjunto de la Faja Petrolífera y el Arco Minero del Orinoco, una nueva geopolítica nacional en la que el gobierno asumió el control de la explotación minera y sus actividades conexas.
En 2016, le siguió la creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Arco Minero del Orinoco (AMO) a través del Decreto 2.248 promulgado por el presidente Nicolás Maduro.
Aunque las reservas de coltán no estaban certificadas, el Estado conformó empresas mixtas para su explotación en el bloque 1 (Juana La Avanzadora), que tiene una superficie de 24.717Km2. El mandatario nacional Nicolás Maduro anunció que la meta era producir 35 mil toneladas de coltán al año.
El Estado identificó la presencia del “oro azul” en las zonas de El Burro-Agua Mena, Parguaza y Los Gallitos en el municipio Cedeño y El Palmar, en el municipio Padre Pedro Chien.
El Gobierno calificó las reservas del superconductor como “cuantiosas”, lo que provocó que mineros artesanales indígenas y no indígenas emprendieran excavaciones para dar con el preciado metal que, en apariencia, se confunde con la casiterita o estaño e incluso con el “moco de hierro” o pisolitas de hierro, común en las sabanas del estado Bolívar, sin valor comercial.
La propaganda oficial también convirtió la existencia del mineral en un mito: se creía que había coltán en yacimientos de, por ejemplo, casiterita.
Un año después de la entrada en vigencia del AMO, en septiembre de 2017, el Gobierno anunció que la empresa mixta Parguaza produjo la primera tonelada de coltán en Bolívar. No hubo más anuncios parecidos.
El oro azul fue, hasta 2019, la nueva tendencia extractivista. El mismo año cuando las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos en 2019 limitaron gran parte de las exportaciones legales de minerales del país.
En octubre de 2018, el Estado anunció la inauguración de lo que definió como la primera planta procesadora de coltán del país.
El entonces ministro de Desarrollo Minero Ecológico, Víctor Hugo Cano, informó que esta planta -ubicada en Ciudad Piar, municipio Angostura del estado Bolívar- tendría una capacidad de procesamiento diario de 160 toneladas de coltán, una faena que se traduciría en 7,8 millones de euros diarios en ingresos.
En ese momento, André Caleca, expresidente de Ferrominera Orinoco y actual precandidato a las presidenciales de 2024, denunció que lo que el gobierno promovió como la “procesadora de coltán más grande América Latina” en realidad es una planta piloto de concentración de mneral de hierro.
Y añadió que la estructura está en construcción desde hace más de 14 años y en la que se invirtió previamente una suma de 645 millones de dólares.
“A alguien se le ocurrió la idea de reorientar o adaptar la planta que está en la entrada del cerro Altamira, en Ciudad Piar, para la concentración del coltán. Pero eso no está hecho para eso, y está lejos de las zonas de extracción de coltán”, afirmó un geólogo con más de 25 años de experiencia en la minería al sur del río Orinoco, quien solicitó la reserva de su identidad.
«¿Quién va a transportar coltán desde Parguaza hasta Ciudad Piar, que son 700 kilómetros? Nadie, no funcionó. Si vamos a la realidad no hay ninguna, si vamos a la teoría, hubo una pero del anuncio oficial no pasó”, añadió.
Un año después, en junio de 2019 el Gobierno anunció la inauguración de la planta de extracción de coltán Las Bendiciones, ubicada en el sector El Burro del municipio Cedeño, en el estado Bolívar.
En cadena nacional, el entonces viceministro de Exploración e Inversión Ecomineras, Franklin Ramírez, informó que esa planta extraería 20 toneladas mensuales de coltán (200 ton/ año) a través de una alianza entre la Corporación Venezolana de Minería (CVM), la Compañía Anónima Militar de Minería, Petróleo y Gas (Camimpeg), y la empresa privada Minverca.
En teoría, lo que saldría de esta planta -que costó una inversión de 2.8 millones de euros-alimentaría la planta de concentración de Ciudad Piar.
“La planta Las Bendiciones generará 7.7 millones de euros cada mes a la nación. La producción de este complejo alimentará a la Planta de Concentración de Minerales de Ciudad Piar, inaugurada en octubre del año 2018, con el propósito de fortalecer el encadenamiento productivo”, declaró Ramírez en ese momento. Nunca funcionó.
El Ejecutivo nacional concedió siete alianzas mineras para la exploración, explotación y comercialización del coltán, esto en paralelo con el proceso de supuesta certificación de las reservas.
Así lo anunció el exministro Cano en cadena nacional por VTV, en noviembre de 2018. A las empresas mixtas se les dio una concesión por 20 años, y a otras por 18 años -tres para exploración y 15 años para explotar.
El negocio parecía consolidarse. En mayo de 2018 el Gobierno anunció su primera -y única al menos públicamente- exportación de coltán que según el discurso oficial salió desde el Puerto de Cartagena, Colombia, para llegar al Puerto de Livorno, Italia.
Se trató de un cargamento de cinco toneladas de coltán, valorado valorado en 350 mil dólares que, basados en su precio en el mercado internacional, debió costar 2 millones de dólares y más de 2,3 millones de euros.
Las autoridades italianas confiscaron el material y acusaron a las autoridades venezolanas de tener la intención de enriquecerse con el tráfico de coltán.
Además, tenía “cierta concentración de elementos radioactivos”, según las etiquetas de las paletas exportadas. Normalmente, los compuestos del coltán emiten radiación, para ello hay parámetros y por eso en los transportes internacionales se exige una etiqueta.
“El coltán fácil se acabó”
El coltán fácil se acabó. Las primeras expediciones para explotar el material duraban entre cinco y seis meses. Los más avezados excavaban los primeros 50 centímetros de tierra, y después nada más. El anuncio fue una pantomima, nadie podía tomar fotos, y los militares evitaban llevar a los geólogos especialistas a las áreas de exploración, yo recibía las muestras en mi casa, y les decía si era o no, hasta ahí”, sentenció el geólogo consultado.
Después de que el Gobierno anunció la producción de la primera tonelada de coltán extraída en la zona de Parguaza, no hubo anuncios similares.
“¿Y por qué? Sencillo, no hay suficiente material para exportar. Al principio había material en la superficie y la gente se lo llevaba sin clasificar, junto al coltán se iba el moco de hierro, la casiterita y demás minerales parecidos porque tienen la misma fisonomía. Falta materia prima porque no hay prospección geológica”, explicó.
La prospección geológica es clave para las labores extractivas porque permite rastrear materiales aprovechables basándose en estudios geológicos y otras técnicas.
La etapa que le sigue, de exploración, es la que permite determinar las dimensiones del depósito mineral para establecer el modelo del yacimiento, su contenido y determinar el valor del depósito.
El profesional consultado informó que en la zona de El Palmar, municipio Padre Pedro Chien, el Estado designó 12 áreas para la explotación de coltán.
“Son rocas muy ricas en tantalio, pero también son ricas en elementos radioactivos que las hacen de manejo complejo. Presumo que en vista del fracaso del coltán en Parguaza la gente no se arriesgó a sacarlo”.
En la actualidad, el material se extrae de forma artesanal, lo que expone a los mineros a concentraciones de los elementos radioactivos presentes, aunque sea de baja emisión, que la CVM no regula ni precisa.
“Sin financiamiento ni capacitación en campo hay muchos mineros que creen que consiguen coltán, están destruyendo el ambiente para apilar un material que muchas veces piensan que es algo que no es y que no tienen garantías de que se venderá”, explicó el especialista.
Mineros y personas vinculadas con la extracción de coltán en Bolívar revelaron que suelen apilar material durante ocho o nueve meses para después venderlo a compradores particulares, empresas chinas en su mayoría.
“Apilan durante meses sin saber con certeza que lo que están explotando es coltán, estaño o moco de hierro. La guerrilla todavía interviene y trae geólogos de Colombia para que no les pase lo mismo que pasó en Parguaza. Hasta hoy día no hay información precisa de la CVM, cuando el minero explota el material no sabe realmente a lo que se está exponiendo”, dijo uno de los mineros de la zona, quien solicitó también el resguardo de su identidad.
Gustavo Veitía, geógrafo miembro del Colegio de Geógrafos de Venezuela opinó que la explotación de coltán es muy reciente en Venezuela y que es esta la principal razón por la que la industria no se ha consolidado.
“No ha dado tiempo para que esta actividad extractiva se consolide. Tampoco tenemos cómo desarrollarla aguas abajo como producto de componentes electrónicos. Es una actividad altamente depredadora y no sabemos a ciencia cierta dónde están los puntos de extracción”, señaló.
El coltán es uno de los minerales críticos que puede desempeñar un papel importante en la transición energética por las propiedades que le permiten formar parte de la fabricación de componentes para la fabricación de energías renovables.
En Venezuela no hay información oficial que permita determinar la cantidad de las reservas que especialistas estiman que son limitadas. El mineral que se encuentra en el país tiene una pureza de entre 34% y 38%.
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