En la temporada 92-93 el Deportivo La Coruña llegó a la última jornada con posibilidades de alzarse con el título. Había ganado los cinco primeros partidos del campeonato y navegando en aguas tranquilas había llegado el gran momento.
Un penalti a su favor, que nadie quiso ejecutar y que falló, resultó ser su mala hora. El recuerdo de la 99-2000 vagaba siete años después por el Riazor, el estadio de la ciudad, cuando consiguió el único título de su historia en primera división, persiguiendo sin descanso a los jugadores. Este ejercicio conmemorativo guarda buena relación con la campaña del Gijón, el equipo más sorprendente de Europa, que en estos momentos disputa con el Real Madrid la hegemonía en la liga española.
En realidad, esta puesta en marcha de un equipo llamado «pequeño» se ha producido varias veces, aunque al final siempre acaban mirando las cosas desde zonas templadas, es decir, desde el séptimo u octavo puesto de la clasificación. …
Al inicio de la temporada, poca gente prestaba atención a «un equipo pequeño como ese, sin números internacionales», según las voces siniestras. Pasaron una, cinco, diez fechas y estaban los catalanes. Veinte fechas y poco más, y Gijón sigue ahí, cerca de Madrid, y con el convencimiento de que la hazaña es posible.
Pero, ¿qué tiene este grupo de jugadores desconocidos, este grupo de chicos que desafían a los gigantes sin una pizca de vergüenza y sin piernas para suceder? Nos pareció que, además de su buena voluntad, lo mejor de su fútbol han sido sus órdenes; Cada hombre tiene sus funciones, sabe lo que tiene que hacer, y cuando tiene que reproducirse, lo hace en el mismo orden y sin romper el concierto…
Nadie puede predecir cuándo será el otoño. Quizás en la próxima cita, quizás en dos, o quizás nunca. Sería refrescante para el fútbol si ganara alguien más para que no se repita lo mismo de siempre, vaya. La afición acude a los estadios en España dividida, entre los que se alegran de la presencia del «equipito» y los que van sólo para verlo perder.
Pero parece que por lo que hemos visto los primeros tienen razón y los segundos no tanto. En Venezuela, por supuesto, Gijón tiene que ser el favorito de la mayoría, y no sólo por el sentimiento humano de estar en confrontación con lo que la gente ve débil, sino también por la presencia, qué presencia, de Yangel Herrera al frente. Maniobras del equipo desde el centro del campo.
Si la escuadra catalana consigue el título, una pequeña parte de esa celebración estará dedicada a Venezuela.
Te veo allí.