No es justo con la realidad económica y deportiva del fútbol nacional hacer polvo a los equipos venezolanos Monagas, Metropolitanos, Estudiantes de Mérida y Academia Puerto Cabello, que este año también han sucumbido en la fase de grupos en el desigual partido que se libra. en la Copa Libertadores de América y Copa Suramericana.
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En lugar de hacer críticas desmoralizadoras que delatan un falso desconocimiento de la historia y desarrollo del fútbol venezolano, debemos buscar las razones por las que se repite la historia de derrotas y posibles soluciones para dar un salto de calidad que nos permita competir con más convicción. éxito.
¿Por qué equipos como Estudiantes de Mérida en 1999, Deportivo Táchira en 2004 y Caracas FC en 2009 lograron avanzar a los cuartos de final de la Copa Libertadores bajo su nuevo formato, y por qué esta hazaña no ha podido repetirse después de 14 años? ? de tropiezos en la Libertadores? El Táchira no ha sido el único en llegar a esa etapa, sin embargo, en la Copa Sudamericana 2022, cuando quedó eliminado en cuartos de final tras caer 0-1 y 4-1 ante Independiente del Valle en Ecuador.
En el caso de Estudiantes en 1999, fue la rara conexión de tener en el banquillo a Richard Páez, el entrenador más avanzado del país en ese momento, lo que trajo de vuelta el fútbol asociado, la movilidad, la búsqueda del hombre libre y la llegada de el arco. con volantes y laterales con un atractivo ofensivo.
La revolución de Richard, que comenzó en Estudiantes y alcanzó su punto máximo en la Vinotinto, fue producto de la iniciativa de un entrenador cuyas ideas innovadoras para el fútbol nacional encajaron a la perfección con un grupo de talentosos futbolistas encabezados por Rubert Morán, Jesús Vera, Jorge Rojas, Miguel Echenausi y Hernán Raíces.
El mismo proceso sucedió con el Táchira de Farías, cuyo fútbol estoico con un cuchillo entre los dientes rindió frutos hasta enfrentarse a un rival superlativo que, como el Sao Paulo, lo superó en todas las fases del juego, con una plantilla repleta de estrellas como Luis Fabiano, Danilo y el legendario portero Rogério Ceni.
El Caracas de Noel Sanvicente estuvo integrado por varios de los mejores jugadores del país: Renny Vegas, Alejandro Cichero, José Manuel Rey, Jesús «Pájaro» Vera, Alejandro Guerra y Rafael Castellín, quien estuvo muy cerca de eliminar en su propia casa al poderoso gremio de Brasil.
Pocos nativos en los platós
Hoy en día, no hay un solo equipo en la liga Futve que tenga 6 o 7 jugadores criollos en el plantel que coleccionen fútbol y brillen lo suficiente como para integrar la selección nacional. La razón es simple. Cuando un futbolista venezolano destaca en su selección, como es el caso de la nueva promesa del mediocampo, David Martínez, líder de la selección Sub-17 que clasificó al Mundial de esta categoría, ingresa inmediatamente al mercado de fichajes internacionales.
Ahí radica una de las razones del continuo fracaso de los torneos de la Conmebol. El fútbol nacional se queda sin sus mejores talentos cotizados en el mercado mundial de huesos, ante la necesidad de los equipos de adquirir nuevos recursos para sobrevivir económicamente
El Caracas FC, por ejemplo, el equipo más exitoso del país, dejó de ser competitivo internacionalmente cuando cambió su modelo financiero y se convirtió en un equipo formador.
El objetivo de su gestión es conseguir nuevas promesas que pueda vender en el exterior como ya hicieron antes con Ronald Vargas, Rómulo Otero, Fernando Aristeguieta y Wuilker Faríñez y este año con el africano Samson Akinyoola. Pero como ya decía Johan Cruyff: “para ganar campeonatos de fútbol, el dinero no puede estar en los bancos, sino en el campo”.
Falta de ritmo, pases y combinaciones para generar peligro y goles
Pero más allá de la difícil situación económica que atraviesan los clubes nacionales, existe una realidad futbolística que necesita ser revisada a fondo. Los equipos de Futve League carecen de ritmo, potencia, velocidad e incluso de base física para ofrecer más resistencia en los partidos internacionales.
La velocidad que imprimen en cada partido los jugadores de Flamengo, Racing, River Plate o Independiente del Valle en Ecuador, juegan de primera, juegan con precisión y abren el campo con pases profundos o triangulan para desbordar; no se puede comparar con los movimientos agotadores de los jugadores
de las selecciones, donde es difícil ver un juego bien armado, de combinaciones para llegar a puerta contraria y crear peligro. Las dos últimas victorias de Monaga
en la Copa Libertadores y Estudiantes en la Copa Sudamericana son claros ejemplos. El gol de Guerreros fue de penalti y el de la cantera rojiblanca nació de un contraataque que acabó en gol, gracias a un disparo
desviado por el portero contra su propia valla.
El mea culpa de Noel Sanvicente apunta a una revisión
El técnico más ganador de Venezuela, Noel Sanvicente, para explicar los motivos de las derrotas de Academia Puerto Cabello en la Copa Sudamericana es estrictamente cierto. Sanvicente no se equivoca cuando señala los factores que le impiden competir a nivel internacional. Uno de ellos es la calidad de los refuerzos.
Mientras los equipos venezolanos fichan jugadores que vienen de equipos sin mucha historia ni jerarquía, los poderosos clubes brasileños y argentinos y el resto de los rivales menores tienen números de mayor calidad.
Pero Sanvicente también salió con una feroz autocrítica en la responsabilidad que es de su absoluta competencia. Los técnicos nacionales deberán revisar sus métodos de trabajo, buscar errores y hacer los cambios necesarios para que sus equipos se desarrollen.
La dirección del equipo también debe poner recursos en la formación y actualización de sus entrenadores en todas las categorías. Ganar no es un trabajo exclusivo de los jugadores, es una responsabilidad compartida que requiere también de excelentes entrenadores y DT.