Hace dos siglos, los bogotanos y caraqueños tenían desacuerdos, ya que civiles y militares no se ponían de acuerdo.
El Libertador Simón Bolívar estaba empeñado en la unión y sus enemigos en las pequeñas repúblicas atomizadas.
En este intrincado panorama hay un fenómeno histórico que vale la pena considerar, a pesar de la poca atención que este problema ha recibido entre los especialistas: La cosa.
La cosa, más allá de la anécdota de su designación para un drama valenciano, fue un movimiento contra el gremio colombiano y, sobre todo, contra la dirección del llamado “hombre de las dificultades”.
El desconocimiento del Libertador fue por parte de los municipios de Valencia y Caracas el 30 de abril de 1826. Por supuesto, esta corriente antisindical tuvo factores desencadenantes.
Los ataques de las guerrillas promonárquicas, en el interior, y el natural temor al posible reagrupamiento franco-español para la recuperación del territorio americano, en el exterior, hicieron que Francisco de Paula Santander estableciera, el 31 de agosto de 1824, un reclutamiento general.
La Vicepresidenta de Colombia ha solicitado al Departamento de Venezuela el envío a Bogotá de un contingente de 50.000 efectivos.
Por su parte, el general José Antonio Páez, comandante general del Departamento de Venezuela -entendido como los territorios de Apure, Barinas, Barquisimeto, Carabobo y Caracas-, retrasó casi un año el cumplimiento del decreto, no tanto por horror. de una posible revuelta colectiva por tan arbitraria orden, sino para mostrar su descontento con el gobierno de turno.
A pesar de la actitud obstruccionista del caudillo llanero, se llevó a cabo el necesario alistamiento en Bogotá, alistamiento que derivó en un decepcionante resultado: no llegaron mil ciudadanos -pese a los reiterados llamados de Páez- a engrosar el ejército.
Debido a la indiferencia de la comunidad, el asunto se le había ido de las manos al viejo Centauro de los Llanos.
Allanamientos, asaltos, asesinatos y violaciones se realizaban bajo la fría mirada de Páez, de quien se decía que se entretenía “en los juegos de los gallos”.
Reportes de delitos en la “cam” llegaron al Concejo Municipal de Caracas, hecho que sería el detonante de una acusación que pronto prosperaría.
El expediente sobre los abusos de Páez llegó a Bogotá. Santander aprovechó la crisis venezolana.
Páez fue relevado de su cargo, y luego fue citado a Bogotá para enfrentar un juicio, por votación del Senado.
Así dio Páez el mando al general Juan de Escalona. Pero esta decisión encontró un revés.
Por la presencia de Miguel Peña, entre otros, ahora asesor del comandante general del Departamento de Venezuela, Páez habría tenido una actitud diferente frente a las autoridades radicadas en Bogotá. A grandes rasgos, Miguel Peña logró convencer a Páez de que comparecer ante el vicepresidente de la Nueva Granada sería su final.
Ante esta situación, el Libertador vino del Perú. A principios de 1827 el «hombre de las dificultades» se reunió en Venezuela con Páez para ratificar la unidad.
Simón Bolívar le concedió una amnistía general y promovió a José Antonio Páez como líder civil y militar del Departamento de Venezuela.
Con La cosiata Páez se graduó como político de derecha. La oligarquía civil estuvo de acuerdo con el estamento militar y aprovechó el liderazgo de Páez para eliminar el poder de Simón Bolívar, acortando así el desmembramiento de la Gran Colombia.