El Título 42 fue la excusa perfecta que ideó el gobierno estadounidense para sacar de su territorio a los miles de migrantes que continuaron llegando a ese país durante los tres años de la pandemia del Covid-19.
Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de EE. UU., durante los años fiscales de 2020 a 2023 hubo un total de 2,9 millones de deportaciones, hasta el 30 de abril.
La escandalosa cifra sitúa al país norteamericano a la cabeza de las naciones que más retorno forzado han realizado en los últimos años, superando a todos los países de la Unión Europea y a los rechazados por los gobiernos de Perú y Chile.
Jorge Gallo, oficial de comunicación regional de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, aclara que, debido al alto índice de remigración, no se conoce el número exacto de personas que fueron expulsadas. conocido de los Estados Unidos
“Debido a los muchos intentos de ingresar a Estados Unidos -ya que la deportación bajo el Título 42 no trajo consecuencias legales para la persona interceptada-, la cifra de 2,9 millones de deportaciones incluye más deportaciones que la misma persona”, dijo a DW.
La mayoría de los deportados, alrededor de 1,7 millones, eran ciudadanos mexicanos. CBP también devolvió aproximadamente a 367.000 personas de Honduras, 402.000 de Guatemala, 139.000 de El Salvador y 11.000 de Nicaragua.
con destino incierto
La mayoría de las deportaciones bajo el Título 42 han sido por vía terrestre en México, dice Jorge Gallo. Actualmente, las autoridades mexicanas aceptan recibir personas de México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Venezuela, Haití, Cuba y Nicaragua.
Algunos deportados fueron transportados por vía aérea, como fue el caso de unos 20.000 haitianos. También se han incrementado los vuelos a Guatemala, El Salvador y Honduras, así como, en menor medida, a Colombia, Perú, Ecuador y Brasil.
La falta de relaciones diplomáticas entre Washington y los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua ha dificultado el retorno de los migrantes a esos países.
Entre 2020 y 2022, las autoridades mexicanas deportaron, a su vez, a unas 297.000 personas a su país de origen, la mayoría en el Triángulo Norte de Centroamérica.