El autor desconoce, y no sabemos si alguien lo sabe, cuáles deben ser los parámetros para medir el tamaño de las empresas de los deportistas venezolanos. Hoy en día se insiste, como es lógico creer, en los jugadores de Grandes Ligas. Se mencionan exageradamente, por así decirlo, las hazañas de Ronald Acuña en el campo y no tanto de Luis Arráez. Se magnifica cada hit y cada jonrón de Miguel Cabrera y su despedida de los grandes estadios. Todo esto está sobre rieles, como dicen en la calle, porque el béisbol es el deporte más importante del país. Y nadie cuestiona tales elogios. Sin embargo, y siempre hay un “pero”, hay discusiones, porque siempre habrá cimas que escalar.
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¿Cómo sería si un defensor del atletismo afirmara que nadie ha hecho lo que hizo Yulimar Rojas en el deporte del «atletismo»? ¿Y si un aficionado, en una de estas y «conmovido» por lo que considera una injusticia, salta para ponerle pecho a Javier Castellano, ganador de más de cinco mil carreras en el enmarañado cosmos del hipismo en Estados Unidos y ahora? , aún en activo, elevado al Salón de la Fama del Hipismo Norteamericano? ¿Y qué pasa con el boxeador Francisco «Morochito» Rodríguez, ganador de la primera medalla de oro del país?
¿Cómo se mide cada desempeño? Es el detalle, como dirían en una vieja película de Cantinflas. La publicidad actúa como punta de lanza y cumple su propósito y forma la opinión pública, pero ¿es esto suficiente para calibrar? ¿Con qué vara se alcanza cada uno? ¿Acuña, Arráez, Cabrera, Yulimar, Castellano, «Morochito»?
A todos los efectos hemos dejado el fútbol para hablar más propiamente de él (claro, ¿no suele dedicarse este espacio cada semana al deporte que inventaron los ingleses? El fútbol nacional siempre ha sido como en un tiroteo; le apuntan , De dispara y recibe los golpes pero nunca termina cayendo.
El fútbol venezolano ha estado esperando a un gran jugador, un ídolo nacional, y aunque a Palacio hayan llegado muchachos como Juan Arango o Salomón Rondón, siempre han necesitado dar un paso al frente y lucir la corona; Quizás la clasificación para el Mundial debió ser la llegada a la cima y al infierno. Con el centrocampista retirado, veremos si este remate previo al Mundial llega al goleador.
Por último, queremos hablar de Deyna Castellanos. Buena jugadora, no se niega, pero sí de forma menor. Su indiscutible valor como futbolista no llega a Arango y Rondón, pero por razones obvias. El fútbol femenino está en un proceso de maduración, para llegar a donde necesita estar y ser tomado más en serio por la afición, y Deyna es parte fundamental de ese movimiento. Para ella, como para sus compañeras, debemos esperar. Y también si alguien en alguno de ellos arroja luz sobre el enorme enigma: quién es más grande, quién es mejor.
Ese recuerdo, guau…
Más que de memoria, deberíamos hablar de evaluación. Ocurre en diversos ámbitos de la vida diaria, y en el deporte no es diferente; Hay que tener en cuenta el pasado, la generación.
Venezuela es un país donde es difícil clasificar lo anterior, y se suele decir, con asombrosa facilidad, «este es el mejor de todos los tiempos». Así pasa en el fútbol.
Hoy en día, y sin fijarnos en lo anterior, a los futbolistas actuales se les conoce como los soberbios.
¿Cómo se enteraron? ¿En qué parámetros se basaron para comparar? Estos días estáis en un país y en otro, pues esa es la cuestión; Antes la gente no viajaba porque no existía la comunicación de hoy, ni los empresarios, ni el fútbol que ha propiciado la empresa. ¿Dónde hubieran jugado Luis Mendoza o Freddy Elie si hubieran sido de esta época?