Hacía tiempo que no ocurría. Unos años de espera por el pueblo, siempre impaciente, siempre en búsqueda, aparentemente tranquilo pero en el fondo con la añoranza de los ídolos que el fútbol suele dar por venir. En Venezuela sucede con Salomón Rondón y Yeferson Soteldo, y en el fútbol internacional con dos jugadores de diferentes nacionalidades, pero que tienen un bien común el deseo de justificarse ante la interminable historia del fútbol.
El brasileño Vinicius y el francés Kylian Mbappé se han unido para completar el ciclo de dos gigantes sobre los terrenos de juego y llenar el vacío dejado por Cristiano Ronaldo y Karim Benzema…
Por muy buenos que sean, no será fácil. Si lo pensamos bien, podemos tener algunas dudas (bueno, el poeta Friedrich Nietzsche decía que las dudas eran las que movían al mundo), basadas en hechos publicitarios. Hoy en día, la publicidad construye ídolos que luego son «deconstruidos» por las verdades del juego. Por eso, hay que esperar, verlos multiplicarse en las canchas de Europa, sudar, dejar en el camino a los rivales, ser diferentes de sus compañeros y adversarios.
Vinicius ya está demostrado y sigue demostrando su valía en la Liga española y la Champions; A Mbappé todavía le falta este paso europeo. Aún así, sigamos observándolos y disfrutando de sus travesuras. En el partido ante el Atalanta del pasado miércoles, dos entregas inteligentes del brasileño se convirtieron en goles del uruguayo Federico Valverde y del propio Mbappé; y en el partido inaugural de la temporada en España, otro de sus saques lo aprovechó Rodrygo para no tener piedad en la red…
Aunque Vinicius y Mbappé están dotados de cualidades diferentes, ambos juegan con el mismo objetivo. Uno, la velocidad del cielo y el desbordamiento de un río caudaloso; el otro, mirar a los defensores para infundir miedo con su presencia, y con su visión de león nocturno hacer de la portería su dominio. La temporada apenas comienza a estirarse y a dar sus primeros pasos, y necesitan acelerar el paso como estrellas indiscutibles. Tanto ha sucedido que han dejado de lado en la memoria colectiva a otro jugador de gran valor e igual de bueno que ellos, el inglés Jude Bellingham.
¿Y qué pensar de Rodrygo, también brasileño, y su alto sentido de responsabilidad? El Real Madrid es un hervidero de talento y grandeza, tan bueno el uno como el otro. Mientras todo esto sucede, seguiremos sus aventuras con ponis salvajes, regates locos y pasos de siete leguas.
Nos vemos allí.
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