¿Qué clase de democracia es esta, qué clase de democracia es esta? ¿Quizás aprueban o incluso promueven estos actos de vandalismo?
¿Por qué son útiles los derechos de libertad de movimiento, expresión y organización consagrados en la Constitución? Además, ¿de qué sirve la Constitución cuando vemos que se viola impunemente y ningún órgano encargado de hacerla cumplir toma medidas para garantizar su cumplimiento?
Cabe recordar que la democracia es una forma de organización para que los ciudadanos convivan.
Es también un sistema político y una filosofía de vida. Asume que las personas y los grupos sociales somos diversos y que tenemos derecho a expresar libremente nuestra diversidad.
La diversidad es un gran activo frente a la monotonía de una dictadura ansiosa de críticas e intolerante con la disidencia.
Pero por su propia naturaleza crea conflicto. La democracia sólo es posible cuando existe la determinación y las herramientas políticas necesarias para prevenir y resolver los conflictos de manera pacífica, sin violencia alguna.
Desde Aristóteles, el arte de la política ha sido resolver las disputas a través de la palabra (el parlamento viene de hablar, de hablar), del diálogo, de la negociación, rechazando toda violencia propia de los pueblos primitivos y de las personas humanizadas…
Ordenar más que persuadir eran formas prepolíticas típicas de los tiranos.
Los que están dispuestos a imponer su punto de vista por medio de la violencia, los que no repiten la entrega del poder por las buenas o por las malas, los que sofocan la libertad de expresión, los que cierran medios y estaciones, los que tratan de invalidar candidatos, no entiendan lo que es la Democracia y seguramente la destruirán.
Un autoritario niega no sólo la libertad de los demás, sino también la propia, convirtiéndola en un derecho inmoral para oprimir otras libertades. En este sentido, resultan esclarecedoras las palabras del poeta y maestro cubano José Martí: “Ya que la libertad vive en el respeto y la razón se nutre de lo contrario, enseñad a los jóvenes la práctica valiente y económica de decir sin miedo lo que piensan y oyen”. por favor ira o duda sobre lo que otros piensan».
Todavía atrapados en las viejas dicotomías de izquierda y derecha, que no siempre reflejan la realidad y se utilizan a menudo para descalificar al oponente, debemos reconocer que la autenticidad de la política ya no está relacionada con la calidad de la ideología. , no discursos emancipatorios o humanistas, sino la claridad de interpretar y transformar la realidad para garantizar una vida digna y una experiencia de derechos humanos para todos.
La mayor perversidad de la política es preservar la ilusión de la democracia para adaptar la maquinaria democrática a las ambiciones personales o grupales y así acabar con ella.
Si el voto libre, responsable y respetuoso es el mecanismo más adecuado para fortalecer la democracia, entonces todos debemos votar y animar a la gente a salir a elegir un candidato unitario, y luego apoyarlo en la elección presidencial, aunque no sea nuestro favorito.