En el fútbol, a diferencia de otros deportes donde la fuerza física es casi decisiva, esto no es importante. Sí, las habilidades, la reflexión sobre los acontecimientos de los partidos, los regates que resuelven un partido, un partido en milésimas de segundos. Y si no, pues ahí está Yeferson Soteldo para hablar del asunto con sus mañas y trucos. Lo vimos el martes por la noche en Maturín, y de esto también podemos hablar los chilenos.
Nunca consiguieron el hechizo para detenerlo, minimizarlo, devolverlo a su lugar de «enano» del fútbol. Nunca. Soteldo les dijo cuando llegó, adónde iba, pero no hubo ningún defensor de Chile para enterarse del resultado. Nació en Acarigua y voló a la capital monaguense para darle alegría al público, a todo el país que, esperanzado tras el empate ante Brasil, ha vuelto a regalar su sentimiento venezolano con la camiseta de VInotinto…
Porque así ha vuelto a ser. Después de decepciones y fracasos, de la constante imposibilidad de ir al baño que había sido una frustración inevitable, las ganas han renacido. Y esta vez parece que no se trata de una falsa ilusión, sino real. No sólo por su fútbol, sino por sus convicciones; Por eso los jugadores van a buscar a los rivales sabiendo que no habrá más que ellos. Chile tuvo sus chances en el inicio, pero se esfumaron en el incesante ruido venezolano.
Se abre el panorama, durante varias décadas oscuro de toda oscuridad, y por fin se deja sentir la sensación mundialista, esta vez favorecida por el aumento de cuatro a seis cupos. ¿Venezuela no podrá entrar al grupo, que ya no es tan selecto como antes? ¿No será suficiente este impulso de los primeros pasos para ver optimismo hacia el futuro?…
Y si hemos hablado maravillas de Soteldo, ¿qué diremos de Salomón Rondón, la estrella goleadora que en este Mundial ha renacido con la ferocidad de sus grandes días en Inglaterra? El segundo gol del partido fue un acto típico de un dinamita, de alguien que busca su lugar para que hablen de él, para que se den cuenta de que existe. Llegó entre dos defensores, se anticipó con intuición y con un toque sutil mandó el balón al arco.
Sí, ha renacido tras cumplir treinta y cuatro años, y lo más importante ha sido su grito de objetos perdidos, su hambre de gol, su necesidad de gritarle al fútbol que Salomón Rondón está aquí, dispuesto a las tareas más duras que plantea el juego. propone.
Te veo allí.