En los últimos meses, el menú de los medios corporativos, y el esfuerzo de los medios alternativos pronorteamericanos, en Guatemala, además de los actores furtivos en las redes sociales, instalaron en el espectro de la actualidad internacional y nacional, la preocupación de » democracia». de Guatemala está en peligro», «hay un golpe de Estado en marcha», «la corrupción invade el Estado», etc.
En este contexto mediático, como en 2015, la Embajada de América del Norte, USAID y los subsecretarios/asistentes de la administración de Estados Unidos, desde ámbitos públicos y privados, absorbieron la efervescencia popular hasta el límite de impulsar un empobrecido paro nacional. (varias semanas). Instalaron en el imaginario popular la ansiedad de: «Estamos regresando a la época de la guerra interna. «Nos van a matar… Tenemos que demostrar nuestra valía».
Lemas americanos irónicos
Cooptaciones del Estado: No existen cooptaciones (designación de vacantes en un grupo mediante el voto de sus miembros) del Estado, porque el Estado fallido bicentenario nació de y por culpa de la corrupción (por eso los criollos mantienen la Estado). impuestos de la metrópoli que pagaban los nativos).
En este sentido, este Estado es constitucionalmente corrupto/corrupto. Fue cooptado por las locas pasiones de sus fundadores y herederos. La lucha contra la corrupción «mataría» al bicentenario Estado criollo.
Guatemala y El Salvador fueron dos de los países más humillados y desposeídos por la política de la Doctrina Monroe. Pero los analistas e investigadores de estos países también han perdido la «batalla cultural», y tienen poca o ninguna persuasión sobre esta irónica y burlesca presencia gringa que provoca aplausos y elogios de la población empobrecida.
Lo más crudo de este teatro bicentenario de «bondad democratizadora norteamericana» es que mientras estos agentes del palo/zanahoria, en sus apasionados relatos, condenan, amenazan y censuran los intentos de romper el orden constitucional en Guatemala; En El Salvador aplauden, celebran, promueven públicamente la ruptura del orden constitucional.
En El Salvador, el actual presidente, Nayib Bukele, al estilo del expresidente hondureño, actualmente encarcelado, Juan Orlando Hernández, contrario a la prohibición constitucional, hace campaña para su reelección presidencial. La prohibición de la reelección presidencial en estos tres países es parte de los artículos inmodificables de sus respectivas constituciones políticas. Pero, mientras en Guatemala la inconstitucionalidad merece un palo; en El Salvador merece una zanahoria.
Fuente: Prensa Latina
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