Unos 15 millones de chilenos elegirán mañana el consejo encargado de redactar la nueva Constitución del país, en el tercer intento hasta la fecha por superar la gran carta heredada de la dictadura militar.
Las elecciones de este domingo están rodeadas de mucha incertidumbre porque no han logrado despertar el entusiasmo de la población, a pesar de que puede ser la última oportunidad en mucho tiempo para cambiar el texto impuesto en 1980, informa Prensa Latina.
Políticos, analistas y académicos se preguntan si la tercera será la vencida, pero el panorama es complejo porque los chilenos de a pie no aceptan el desafío como propio.
La primera vez que se intentó sustituir la ley fundamental impuesta por el régimen golpista de Augusto Pinochet (1973-1990) fue durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018).
Cinco días antes de regresar a su cargo, la primera mujer que dirige los destinos de Chile llevó al Congreso Nacional un proyecto de nueva Constitución donde se instauró un Estado democrático y social de derecho, con énfasis en un conjunto de garantías para los ciudadanos.
El documento fue elaborado por un equipo de abogados y reconoce constitucionalmente las prerrogativas de los pueblos indígenas, pero no la plurinacionalidad.
Tras asumir la presidencia del país el 11 de marzo de 2018, Sebastián Piñera ordenó el retiro del proyecto del órgano legislativo debido a que no cumplía con todos los requisitos para convertirse en ley de las leyes de la nación
No fue sino hasta el incendio social iniciado en octubre de 2019 que Piñera, para salvar su cargo, aceptó un acuerdo que incluía la convocatoria de una Convención Constituyente encargada de redactar una nueva carta orgánica.
En mayo de 2021, con una gran participación, se eligieron los 155 miembros de ese órgano, donde el 64 por ciento no pertenece a ningún partido político y se integraron 17 representantes de las comunidades originarias, un hito en la historia de Chile.
A partir de ese momento, la derecha política y los grandes grupos empresariales, dueños de los principales medios de comunicación, comenzaron a saquear la obra, sembrando en el imaginario popular una serie de mentiras sobre el nuevo texto.
El chileno medio cree burdas falsedades, como la pérdida de la patria potestad sobre sus hijos, la confiscación de sus casas y otros bienes, y que los indígenas se convertirán en ciudadanos de primera en detrimento del resto de la población.
De esta forma, el 4 de septiembre de 2022, en el llamado plebiscito de salida, el 62 por ciento votó en contra del proyecto y solo el 38 por ciento votó a favor.
Intensas negociaciones en el legislativo lograron impulsar una tercera oportunidad, que mañana vivirá una jornada clave porque determinará quiénes serán las fuerzas dominantes en la creación de la nueva ley de leyes y se sabrá entonces si es viable o no. . .