Carlos Alcaraz no mintió. Iba a ser el mejor día de su vida. Y eso fue. El balear bordó el primer título de Wimbledon de su carrera deportiva, ante Novak Djokovic, el siete veces campeón (1-6, 7-6(6), 6-1 y 6-4), cumpliendo su sueño de niño: ganar al máximo hermoso Grand Slam de todos.
El murciano escribe su nombre junto a los más grandes, demostrando que los nervios son cosa del pasado y que no es que esté preparado para competir contra Djokovic, es que con 20 años está en condiciones de decir que es mejor ahora mismo.
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En una tarde histórica, Djokovic comenzó la final mientras la finalizaba de rodillas. En la primera pelea cayó al suelo, presagio del final de la pelea con Alcaraz.
A pesar de contar con un Djokovic ya mayor que había ganado siete veces en esta catedral. Alcaraz dominó, lideró y si la paliza no empeoró fue por el lunar de las bolas de ‘break’ convertidas (5 de 19).
Con el 3-1 a favor, se disputó un partido de 27 minutos con el saque de Djokovic. Con todo tipo de opciones, el balear se lo llevó, con un brutal grito de alegría, con un quiebre que le llevó al set y 2-1 en el marcador.
Cayó al suelo, una alegría inmensa brotó de él y corrió hacia el palco con su gente, donde su padre y su madre se abrazaron, donde Juan Carlos Ferrero lloró y donde se fundió con su familia.
Número uno, quinto español en ganar en Wimbledon y una copa de oro que ya es el mayor título de su carrera.
EFE