El fútbol venezolano siempre había sido criticado por no contar con recursos humanos, es decir, los que alineaban solo contaban con unos pocos jugadores de banco, y luego el vacío. Hoy no es así; En el partido contra Guatemala del pasado domingo, donde Venezuela hizo siete cambios de titular respecto al partido contra Italia, quedó claro que hay gente a quien reemplazar, más allá de los que salen al campo y sus suplentes.
Jugadores como Joel Graterol, Nahuel Ferraresi, Alexander González, Miguel Navarro, Jhonder Cádiz, Junior Moreno, Jesús Quintero, Daniel Pereira, Tomás Rincón, Rómulo Otero, Cristian Cásseres, John Murillo, contradicen la falta de riqueza de la selección Vinotinto.
Estaba claro, y hay que decirlo, que la ausencia de las estrellas se notaba, ya que el equipo bajaba de peso y categoría, pero tal circunstancia era lógicamente esperable…
Visto así, el fútbol venezolano puede estar tranquilo en estos momentos. Hay jugadores, pero: ¿estarán preparados para la gran competición? Deberíamos verlos más seguido, con rivales de mayor rango que los guatemaltecos, al final de todo el partido fue solo una repetición.
Al escritor le parecía ahora que de los jugadores jóvenes, con menos experiencia en la selección y sólo pensando en la gira por Estados Unidos, el jugador más indicado para las grandes empresas ha sido Jon Aramburu. Bregador, sin complejos ante su rival, pareció ganarse su sitio tras el partido ante los italianos; Es que en el partido contra Guatemala también nos pareció adecuado Alexander González, con la misma sangre que Aramburu, pero con más experiencia…
Dos partidos con resultados débiles en cuanto a números, pero ya lo hemos dicho en trabajos anteriores, que en partidos como este esto tiene una importancia relativa. Fue más interesante ver a los jugadores de fútbol sabiendo lo que tenían en el tanque de gasolina. Guatemala, como todos los equipos centroamericanos, es un equipo de buenos jugadores, de fútbol claro y formal, sobre todo técnico, pero carece de cierta malicia para resolver conflictos. En Venezuela, la defensa lució sólida, con pocas grietas y capacidad de escapar de situaciones comprometidas.
No es así desde el centro del campo en adelante; Aún falta el número 10 conceptual, ese que marca pautas, pone orden y dice de aquí en adelante, así se juega. ¿Y el ataque? Hasta que aparezca otro Salomón Rondón, la dinamita seguirá sin detonar. Pasan los días, los meses y los años, los partidos y los campeonatos y él sigue siendo la antorcha en la oscuridad de una ofensiva que sigue buscando ese eslabón perdido que comparte responsabilidad con el N° 23.
Te veo allí.