Honus Wagner jugó durante 21 años y terminó su carrera con 3.420 hits.
¡Clac…clac…clac…!
El sonido del golpe es la sinfonía musical del béisbol. Sobre todo en las prácticas de bateo, ya que se escuchan muy seguido, uno tras otro, cada seis o siete segundos.
Escuché cientos de estas maravillosas sinfonías porque llegué a los estadios cuatro horas antes del inicio. Vi y escuché los entrenamientos de los bateadores de ambos equipos.
¡Clac…clac…clac…!
Mis dos piezas musicales favoritas, esta y la Quinta Sinfonía, de Ludwig Van Beethoven.
Ahora bien, era el año 1620, cuando el barco Myflower, lleno de peregrinos que huían de la persecución religiosa, llegó a la costa este de Estados Unidos. Desde entonces hasta 1884, cuando se fabricó el primer bate, pasaron 264 años en los que se jugó al cricket y otros juegos improvisados, todos con lanzamientos, bateos, carreras e intentos de hacer outs.
Esto significa que la Asociación Nacional, de 1871 a 1875, siempre jugó sin bates convertidos profesionalmente para su misión. Al igual que la Liga Nacional durante sus primeros nueve años, de 1876 a 1884. Y eso, suponiendo que, inmediatamente después de que se produjera el primer bate, la mayoría de los jugadores de las Grandes Ligas optaran por exigirlos.
Además, cuando el béisbol se jugó por primera vez según las reglas el 19 de junio de 1846, no había bates regulados como ahora.
Cada uno acertó con lo mejor que pudo conseguir: patas de mesas viejas, cuencos de madera recogidos de cubos de basura, algunos incluso recurridos al sabor de la masa, bates de críquet que parecen remos. Los bates de críquet no se fabricaban en Estados Unidos, eran traídos de Inglaterra y quienes los poseían no estaban muy interesados en tomarlos prestados.
El primer bateo fue una decisión creativa.
A nadie le importaba lo que golpearan los demás. Y nadie había pensado en producir bates profesionalmente que hicieran más cómoda y eficiente la actividad frente a los lanzadores.
¡Hasta aquella tarde de 1884!
Es de destacar que en 1893 prohibieron que los murciélagos tuvieran un lado plano, no redondo, y que la historia de Hillerich había sucedido nueve años antes.
John (Bud) Hillerich, un joven recién graduado de la escuela secundaria, amaba el béisbol. Su padre, que llevaba el mismo nombre, era dueño de una conocida ebanistería en Louisville, Kentucky.
A Bud también le gustaba la profesión de su padre, por lo que tras graduarse se dedicó a ayudarlo.
Durante el verano, Bud iba a disfrutar de los partidos del equipo local, los Eclipses. En uno de estos juegos, vio el roletazo que solía romper Pete «Old Gladiator» Browning, uno de los jugadores del club. Y observó que el propio Pete, ayudado por otros jugadores, intentaba repararlo con clavos y cinta adhesiva.
Pete terminó golpeando algo que le dio un compañero de equipo. Después del partido, Bud lo invitó a ir al taller del viejo Hillerich para intentar fabricarle un bate adecuado a sus gustos y necesidades. Bud recordó años más tarde que el experimento les llevó unas dos horas, hasta que Pete dijo que estaba satisfecho con lo que probó en sus manos.
La nueva industria millonaria de los murciélagos
Así nació la famosa marca de bate «Louisville Slugger», pues al día siguiente Pete consiguió tres hits en tres turnos al bate, y la noticia de que le habían hecho un bate de su agrado voló a gran velocidad por el mundo del béisbol. Inmediatamente, cientos de jugadores clamaron por que se fabricaran bates.
Bud y su padre vieron de inmediato que esta podría ser una industria divertida y productiva, por lo que equiparon maquinaria y capacitaron a trabajadores para producir bates al gusto de cada bateador.
Hoy en día, la fábrica de murciélagos sigue siendo más activa y ha costado millones más que en cualquier otro momento desde 1884.
Además, funciona el museo de los murciélagos, por lo que en el centro de la ciudad puedes leer sobre un elegante edificio: «The Louisville Slugger Museum & Factory», donde se reciben cientos de visitantes diariamente.
Esa casa está ubicada en 800W Main St. Louisville, KY, 40202. La exhibición está abierta todos los días hasta las cinco de la tarde y el número de teléfono es 877-775-9443.
En 1905, la fábrica de murciélagos ya era una industria poderosa en Estados Unidos. Tanto es así que ese año Honus Wagner firmó el primer contrato para autografiar sus bates y venderlos al público bajo el sello «Louisville Slugger».
Wagner fue relevista de los Piratas de Pittsburgh y un bateador extraordinario durante 21 años, hasta 1917. Terminó su carrera con 3.420 hits.
“Si tu esposa está de mal humor, nunca lleves el murciélago a casa”… Ted Williams.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso a un lector como tú.
NOTA.- Puedes encontrar el archivo de estas columnas en Google si escribes «el deporte nos vuelve a unir».