Mucho antes de que el bateo de larga distancia de Andrés Galarraga, Miguel Cabrera, Salvador Pérez y Eugenio Suárez fuera apreciado en las Grandes Ligas, Antonio Armas deslumbró con la potencia de sus hits en la Liga Americana, como el primer y auténtico venezolano de los mejores. béisbol en el planeta.
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El rudo toletero de Puerto Píritu, que hoy cumple setenta años, fue el primer bateador criollo en traer trofeos de campeonato de Grandes Ligas a su vitrina: en la campaña interrumpida por huelgas de 1981, compartió el liderato de la División I de la Liga Americana.
En 109 juegos con Oakland, tuvo 21 jonrones, empatado con Dwight Evans (Medias Rojas), Bobby Grich (Ángeles) y Eddie Murray (Orioles). Y en 1984 conectó 43 jonrones con los Medias Rojas.
Armas hizo su debut en la MLB a fines de la temporada de 1976 con los Piratas de Pittsburgh, la organización que lo seleccionó originalmente en 1971, a la edad de 17 años, por recomendación de Pompeyo Davalillo, luego de aparecer en un Campeonato Mundial Juvenil.
En marzo de 1977, después de comenzar los entrenamientos de primavera, Pittsburgh lo envió a Oakland en un acuerdo múltiple e inmediatamente se ganó un lugar en los jardines. En las ediciones de 1978 y 1979 se vio afectado por las lesiones.
estado estelar
Pero en 1980, bajo el mando de Billy Martin, se graduó a las Grandes Ligas al batear .279 con 35 jonrones y 109 carreras impulsadas en 159 juegos, mientras que al año siguiente fue al primero de dos Juegos de Estrellas (el otro fue 1984) y terminó cuarto en la votación para el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana, detrás de Rollie Fingers, Rickey Henderson y Dwight Evans.
Después de batear 28 jonrones y producir 89 carreras en 138 juegos en 1982, los Atléticos lo cambiaron a los Medias Rojas y se unió a Jim Rice y Dwight Evans en los jardines.
Líder absoluto en 1984
El éxito lo ha acompañado desde que vistió el uniforme de Boston. Tuvo 79 jonrones en sus dos primeras temporadas, incluidas 43 y 123 impulsadas para liderar ambas giras en 1984.
Los problemas musculares en las piernas afectaron sus actuaciones en 1985 y 1986. Ese último año, apenas consiguió un juego en la Serie Mundial contra los Mets, y en noviembre se declaró como agente libre.
Cerca de mediados de 1987, firmó un contrato con los Angelinos, club en el que permaneció hasta 1989. En 14 años (1976-89) en la MLB, dejó un promedio de por vida de .252 con 251 jonrones y 815 carreras impulsadas.