Es un fantasma, una aparición, un alma en pena. Emerge de las sombras, y justo en el momento de urgencia para el equipo, llega. Gol de Karim Benzema.
No es un atacante de red, no es un centrocampista clásico. Es cualquier cosa menos indescriptible, un tipo que corre a través de la selva como una boa de la jungla y no hay manera artificial de detenerlo. Es Karim Benzema.
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Hablan de los grandes jugadores de esta época y los comparan: ¿quién es el mejor de todos los tiempos? Las discusiones se encienden, las voces salen de gargantas inflamadas, pero Dios mío, pocos lo mencionan. Y no es que esté infravalorado, sino que por su propia condición es invisible, imperceptible, esquivo. El adjetivo no se crea para definirlo, para ubicarlo en una clasificación: así de imposible es el hombre escurridizo. Su nombre es Karim Benzema.
¿Es tirador, es anotador, es rompedor de red? No, es un arquitecto, el hombre que abre espacios donde no los hay, el que crea figuras geométricas con la ayuda de marcas, defensas y compañeros, jugadas y pronósticos tácticos, el que rompe tradiciones sobre lo que debe ser un delantero de por vida. . El alquimista Karim Benzema.
Pudo haber jugado en la selección de Argelia, el país de sus padres, y en aquellos tiempos de rebelión lo dudó porque también llevaba ese trozo de geografía en la sangre. Argelia, Argelia. Pero no, porque nació en Lyon, y como francés jugó en Francia. No fue al Mundial de Qatar porque, contrariamente a sus propias costumbres, como musulmán practicante que es, había caído en abismos inimaginables: violación, chantaje. Pero ha salido adelante, y mira hacia el horizonte. Olympique de Lyon, Real Madrid durante catorce años y esos fueron sus grandes días de reconocimiento; cuatro Champions y veinticinco títulos hablan por él. Leyes y coronas, dice Karim Benzema.
Por una vez, las opiniones del Balón de Oro se volcaron en la camiseta número 9. Fijaron la mirada, hasta que perdieron cuando intentaron mirarlo, y por fin, Dios, entendieron su juego. La inexplicable fuga de Harry Houdini, la insólita desaparición del juego como David Copperfield, tenía una explicación: no ha habido en la memoria del fútbol un jugador con tantas dotes de prestidigitador como él. El arte de Karim Benzema.
Viaja a Oriente Medio y anima un fútbol árabe que pretende crecer, que quiere ser considerado. Hacia allí va con sus inverosímiles y enigmáticos golpes que le agradecían los defensores de España y de toda Europa, porque jamás se burlaría de ellos; Solo quería demostrarles que el fútbol no es todo regates y roturas, engaños y goles. Que el fútbol también es ingeniería y arquitectura. Un arquitecto como Fruto Vivas, como Carlos Raúl Villanueva, como Oscar Niemeyer. A su manera, como Karim Benzema.
el gran frances
Karim Benzema ha crecido de tal forma que ya se le compara con los grandes jugadores que ha dado Francia al fútbol.
Hasta ahora, la batalla ha sido entre Michel Platini y Thierry Henry como los que han hecho sonar su nombre en todo el mundo con sus cualidades, sus maniobras y sus goles.
Sin embargo, el reciente delantero centro del Real Madrid entró a entrar en la polémica; sus deslumbrantes actuaciones en el ataque blanco han sido alabadas por los medios de comunicación, que le han considerado un jugador de época y único.
Está claro que habrá que esperar por él, por lo que debe concebir y hacer a partir de ahora, porque tras su marcha de España aún debe escribir la última página de su especial historia en un fútbol exótico, un tanto desconocido, en el que confirmará su grandeza como futbolista especial.