Ayer, mientras desayunaba en «El Camarón Borracho», de Miami Bach, escuché a un amigo Scout comentarme:
«Luisángel también tiene muy buenas relaciones, pero no es tan bueno como su hermano».
Lo que hice fue reírme.
«¿Por qué te ríes?» el explorador quiso saber. Y respondí:
Porque, como buen cazatalentos, sabes que nadie en el béisbol, ninguno de los 1,200 rosters de los 40, tiene la habilidad, ni la disciplina, del nuevo Ronald Acuña. Es un caso único y sensacional.
Han pasado 84 años desde que Alejandro (El Patón) Carrasquel) llegó a las Grandes Ligas, con los Senadores de Washington, para demostrar, como primer venezolano en aquel espectáculo, que en nuestro país ya se jugaba buena pelota.
Corría apenas 1939, dos años antes de la famosa hazaña de 1941 en La Habana.
Desde entonces, 474 venezolanos se han presentado en las Mayores, hasta Wilyer Abreu, con los Medias Rojas. Y desde 1984, cuando Luis Aparicio fue elevado al Salón de la Fama, con razón se dijo que era el mejor beisbolista venezolano. No más. Por ahora, es Ronald Acuña.
¿Y por qué no Miguel Cabrera?
Porque Miguel, que es tan celebrado, extraordinario jonronero y muy buen contacto, es muy destacable en eso, pero nada más. No tiene buenas manos para la defensa, ni un brazo para las Grandes Ligas, y es muy lento para correr las bases.
En sus primeros seis años en las Grandes Ligas, robó 18 bases en 29 intentos.
Mi amigo el cazatalentos considera a Ronald «un jugador de béisbol talentoso». Mira lo que añade:
«Y conocemos la calidad de su brazo. Pero la cuestión es que no sólo dispara fuerte y bien, sino que siempre lo hace en el lugar correcto. Es instinto. Nadie podría haberle enseñado cómo hacerlo, en una fracción de un segundo, para pasar el balón donde hay out o donde se impide un avance.
«No es de extrañar que los Bravos de Atlanta lo hayan contratado hasta 2028, cada año por 17 millones de dólares».
Es muy dificil jugar beisbol
Si tienes alas de pavo real, no podrás volar. Ahora bien, si naciste con alas de águila, podrás dar la vuelta al mundo a bordo de ellas.
Es decir, sólo si tienes habilidades de béisbol podrás destacar en esa actividad.
Y es tan difícil jugar a la pelota que Tony Oliva, con sólo una de las cinco habilidades, llegó al Salón de la Fama. Era simplemente un buen bateador de contacto, con un poder por debajo del promedio.
Defensivamente, deficiente debido a manos duras y un brazo débil; y correr las bases, era simplemente pasable.
Pero era excelente como bate, por lo que en 2020 el Comité de la Era de los Días Dorados lo trajo a Cooperstown.