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Habrá más de uno en Venezuela el 28 de julio proceso electoral. Esta fecha podría ser una de dos cosas: o un escenario ideal para que dos propuestas políticas diferentes zanjen sus puntos de vista de manera civilizada; o, si los acontecimientos continúan por el camino incierto que están tomando, la frustración de no poder articular una voluntad de cambio tan clara en la sociedad venezolana, la ira por no poder detener esta acumulación de descontento colectivo, todo ello una impotencia creciente. Conduce a una destrucción moral y material impredecible.
Se puede argumentar en 25 años. la oposición sobrevivió a derrotas y humillantes farsas electorales; así es. Pero la pobreza programada no llegó tan lejos como arma de subyugación; ni hubo avaricia en el saqueo de las riquezas como ahora; En este desolado cuarto de siglo, la ansiedad por alcanzar la libertad nunca ha sido una bandera abrazada sin complicaciones por densas capas de gente común descontenta.
Hay cansancio en Venezuela. El nuestro es un país frágil, bombardeado emocionalmente, herido en su autoestima, obligado a soportar una vida cotidiana segura, sin la ilusión del mañana, la diáspora, la desintegración familiar y la violencia institucionalizada. Nosotros, como organismo social, culpamos a los síntomas de paranoia. Un estudio reciente de la Facultad de Psicología de la UCAB encontró que el 81% de la población se siente insegura respecto de los demás. El 79% dijo que se enojaría al ver dónde terminaron.
A Venezuela ya le entristece pensar en el futuro del 73% de la nación.
Es un panorama enloquecedor, agravado por el predominio de la posverdad, que brillantemente se llama «mentira emocional» pero que en última instancia no es más que una exaltación de la mentira. Las abundantes mentiras oficiales de estos días han entrado en un retorcido estado de éxtasis. el arresto de Tarek El Aissami, por ejemplo, no despierta más que graves sospechas. Esta es exactamente la verdad Elvis Amoroso, el actual presidente del CNE, el contralor, vicepresidente y presidente del Consejo de Ética Republicana, justo cuando el nuevo titular está cumpliendo condena para robarle veintiún mil millones de dólares de riqueza al pueblo, ¿no? ¿Lo descalifica para llevar a cabo una consulta tan delicada en la que los venezolanos tendrán que comentar sobre las tumultuosas actividades de sus camaradas en julio? Y mientras el canciller Iván Gil niega ahora la existencia del Tren de Aragua, temible banda criminal ahora transnacional (en sus palabras, «una ficción mediática»), la Asamblea Nacional lo aprueba como mirándose al espejo. Ley contra el fascismo. Entonces, ¿en qué se distinguía Benito Mussolini, el padre de esta creación?: explotación del descontento social, simbiosis entre Estado y partido, militarismo, persecución de sindicatos, medios de comunicación y defensores de los derechos humanos, encarcelamiento y asesinato de críticos, odio. los ciudadanos y el mundo de la cultura. ¡Ese es, más precisamente, un retrato verbal del régimen que nos oprime!
De esta manera, nos dirigimos hacia elecciones que no se verán ni se realizarán si el candidato a la reelección no se atreve a ponerse bajo el control del pueblo sin filtrar previamente a su oponente. Según la última encuesta de Megaanálisis, sólo en escenarios rechazados Nicolás Maduro (con la voz de María Corina Machado o Dr. Yoris), su búsqueda de la inmortalidad se ve frustrada. La intención de voto es del 70,8 por ciento frente al 9,4 por ciento, favorable a quienes se presentaron y ganaron las primarias de octubre. Yoris casi cuadruplica a Maduro: 37,9% / 10,4% Sin estas opciones, la neutralidad se eleva al 76,8%, y la idea de la emigración sigue aquí y se aferra a la esperanza obstinada: el 39,3% reside en la mente de los venezolanos. Otra revelación de investigación: La fe del país en el MCM no se extiende ni siquiera a su propio partido. Sólo quienes aprueben el truco oficial podrán acceder a las estaciones de TV. Aquellos que reclaman la libertad bajo fianza son etiquetados como no elegibles para responder. Es sorprendente lo uniformemente que corren en todo esto. Rechazando la continuidad de Maduro en el poder (81,4%), así como el nivel de enojo de la población venezolana (79%), según el citado estudio de la UCAB.
José Ángel Ocanto
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