A las 5 de la mañana del 11 de abril de 2002, el inspector jefe Héctor Rovaín salió de su domicilio en Charallave, cantón Miranda, rumbo a Cotiza, en Caracas, sede de la Dirección General de Orden Público de la Policía Metropolitana. Estaba a la espera de un ascenso, previsto para julio de ese año. Pero a las 12 del mediodía todo cambió. Su vida se convirtió en una historia llena de injusticias que sus familiares recordaban cada año.
Los disturbios en la UCV provocaron la decisión de la administración del Primer Ministro de enviar una ballena por orden de Rovaín. Luego respondieron a un pedido de refuerzos en el centro, específicamente en la avenida Baralt, cerca de Plaza Miranda.
Alrededor del Liceo Fermín Toro hay otras ballenas, un rinoceronte y un equipo policial tratando de detener a la gente en la esquina de Escalinatas para que no vayan a Miraflores.
11 de abril: Tres historias
A las 15.00 horas, Rovaín tuvo que asistir desde un córner de La Pedrera. Allí se reportaron numerosos heridos debido al enfrentamiento con los pistoleros. Tuvieron que fortificarse donde hombres encapuchados disparaban a los manifestantes de la oposición.
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La ballena se convirtió en obstáculo para bloquear los disparos de Muñoz hacia abajo. Lanzaron gases lacrimógenos y agua hacia la esquina para dispersarse.
Foto de Luis Molina
Luis Molina es patrullero motorizado. El 11 de abril de 2002, Rafael Urdaneta llegó temprano a la comisaría de El Calvario río arriba. Luego de la capacitación, recorrió la Avenida Lecuna, Plaza Oleary, Quinta Crespo y La Concordia. A las 13:00 horas recibió orden de trasladarse a la esquina de Pedrera y Plaza Miranda, donde permaneció hasta las 17:30 horas. La ruta culminará en la Esquina de Muñoz, donde un compañero deja caer su arma.
Molina lo recogió justo cuando se escucharon una serie de disparos. Se resguardó detrás de un Papá Noel en la esquina Muñoz. Luego se dirigió a la comisaría Rafael Urdaneta y a las 19 horas se dirigió a su casa. Hoy está preso porque le tomaron una foto recogiendo armas que en el juicio se comprobó que no habían sido disparadas.
Erasmo Bolívar, de la ambulancia a la cárcel
Comenzaron a recoger a los heridos y a transportarlos al hospital. Su tía, María Bolívar, dijo que un médico le dijo: “Estás manipulando mucha sangre, ponte guantes”. Lo hizo sin saber que esa sería la causa de su tragedia.
Durante el viaje, el arma del conductor de la ambulancia se desplaza por el suelo del vehículo. Erasmus lo tomó y le dio unas palmaditas en la espalda.
En Puente Llaguno fueron fusilados. Todos bajaron de la ambulancia, Bolívar quedó pegado a la pared, con un arma en la espalda. Lo sostuvo al frente y en ese momento le tomaron una fotografía. Aparece empuñando un rifle, con guantes en las manos. El hecho de que el arma no hubiera sido disparada, como se demostró en el juicio, no le ayudó.
30 años de prisión y sin beneficios procesales
Rovaín, Molina y Bolívar fueron condenados a 30 años de prisión. Atendieron a 21 personas tras las rejas. En octubre de 2021 fueron trasladados al Centro Penitenciario de Occidente, en el estado Lara, una prisión general que alberga a diversos tipos de delincuentes. Hasta ese momento habían cumplido sus condenas en la prisión de Ramo Verde. Como mínimo, están más cerca de sus familiares, que viven en Miranda y La Guaira.
Este es el juicio más largo en la historia de Venezuela. La defensa acumuló la mayor cantidad de pruebas, pero todas fueron ignoradas por la jueza cuarta de primera instancia, Maryorie Calderón. Ella solo siguió las instrucciones del juez Eladio Aponte Aponte, a quien el entonces presidente, Hugo Chávez, instruyó en televisión sobre la necesidad de culpar a los funcionarios, informó el portal de noticias 11A de la Policía Metropolitana.
Aponte Aponte hizo lo mismo, pero años después se arrepintió y en una confesión apostólica, desde Costa Rica, pidió perdón a los funcionarios. Según él, fueron condenados por orden de Chávez sin ninguna prueba que los incriminara.
Fueron condenados 9 funcionarios: Marco Hurtado a 16 años y 8 meses de prisión; Arube Pérez 17 años y 10 meses, ambos han cumplido sus penas íntegras. Los comisionados Iván Simonovis, Lázaron Forero y Henry Vivas, y el sargento Julio Rodríguez, todos cumpliendo condenas de 30 años, salieron hoy de prisión por graves condiciones de salud. Rovaín, Molina y Bolívar siguen presos.
Medidas alternativas para cumplir la pena
La jueza Marjorie Calderón dictó sentencia el 3 de abril de 2009 por los delitos comunes. En esencia, el asesinato fue catalogado como complicidad y frustración por 2 de las 19 muertes ocurridas en Puente Llaguno.
Desde 2010 se han introducido medidas alternativas al cumplimiento de las penas para los agentes de la policía metropolitana. En el caso de Rovaín, Molina y Bolívar, todos han caducado. Se trata de la redención de las penas por horas de estudio y trabajo, separación del trabajo, régimen abierto y libertad condicional. Los familiares han apelado a la justicia en cada situación pero no han sido escuchados.
Rovaín, Molina y Bolívar siguen esperando justicia. Sus familiares tuvieron que viajar al menos cinco horas para verlos en el Centro Penitenciario de Occidente, en Lara. Esta cantidad no alcanza para comprar billetes, alojamiento y comida para los funcionarios detenidos o los turistas. Aún faltan 9 años para cumplir la pena completa, y la petición continúa exigiendo justicia para estas personas inocentes, condenadas por sólo 2 de las 19 muertes ocurridas el 11 de abril de 2002.